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🔥 Ya nada es como antes 🔥
Will hacia tiempo que sabía dónde iba. Lo tenía claro. Atrás había quedado ese bote sin remos cuyo destino estaba al merced del viento, siempre caprichoso, voluble, salvaje. Azaroso. Aunque ese viento se llamase Hannibal, aunque tuviese su rostro y sus manos fuesen esa ráfaga que le llevaba de un lado a otro, impasible como sólo se puede estar ante un vendaval.
Will hacía meses que había elegido. Atrás quedaron las alucinaciones, los sueños convertidos en pesadillas, ese ser que perseguía entre los árboles. Despertar sin saber cómo había llegado hasta allí. No saber quién era y no saber quién era con Hannibal.
Al fin ambas cosas se habían dado la mano y, haciéndolo, Will había aceptado mucho más que escondía su corazón.
- Ya nada es como antes. Ya no me olvido de quién soy - le dice a Hannibal, que lo mira curioso sentado frente a él.
- Háblame de ello, Will. Por favor.
- No hay momento que pase que no te piense, Hannibal. Ya nada es como antes, sé quién soy. Sé lo que quiero.
Hannibal no puede evitar agarrar levemente el apoyabrazos del sillón, emocionado. Soñaba con tanto énfasis con este momento que podría afirmar que en muchas ocasiones ocurría de verdad. Ahora estaba pasando, no era una ilusión de su Palacio mental.
- Me he cansado de esperar, aunque todo lo que tenga que venir sea un desastre. No sé lo que me has hecho, Hannibal, estoy perdiendo la razón.
- Quizá sea al revés y, en ese vaivén de emociones, la has encontrado.
- Depende de ti. Ya no me sirven tus señales, las he derrumbado todas. Necesito más.
Will se levanta, ya no tiene miedo. La distancia entre los dos lleva mucho tiempo siendo demasiada. Se queda de pie frente al psiquiatra y se agacha lo suficiente para que sus labios queden a la altura de su oído.
- Llevo soñando contigo más alto de lo que crees. Sin complejos, sin sentidos, solo instinto. Qué me has hecho, Hannibal, dime.
Hannibal se pone en pie y Will lo hace a su vez. Casi a la misma altura, sus ojos ámbar se fijan en el azul de Will, y lo que ve le sobrepasa. Por primera vez ve a Will, sin miedo, sin dudas, sin esa triste aceptación de que su vida debía ser como era.
- Amarte. Desde que te vi. Y ese amor te ha traído hasta aquí. Hace semanas que dejé de susurrar en una crisálida que ya había sido abierta. Lo que ha salido de ella es tanto tuyo como mío.
Will apoya la mano en la cara de Hannibal y cierra los ojos. Jura que escucha sus latidos en el corazón del psiquiatra, y probablemente sea así, latiendo conjuntamente.
- No sé si podré responder a tanto. Tengo ganas de golpearte tan fuerte...has cambiado el mundo que conocía y en el que me sentía seguro. Tenía el control en él, ¿sabes?
- ¿Ah, sí? - Hannibal gira la cara y besa la mano de Will -. Permite que lo dude.
Coge la mano del más joven y la besa, ahora sí, con Will mirándole con sorpresa, deseo, admiración.
- ¿Qué quieres hacer con lo que sientes?
- Ya he saltado. Hace tiempo te volviste uno más en mí. No es demasiado tarde, espero, para esto.
Coge la corbata del psiquiatra y apoya su frente en él, basándole después. Tiembla y Hannibal tiembla con él, su seguridad hecha añicos en los labios de Will. Nunca hubo una barrera derruida tan fácilmente, ni otra construida tan rápido alrededor de los dos hombres.
- Te esperé y te sigo esperando. Nunca es demasiado tiempo, Will. Ni demasiado tarde.
