"Dicen que el único modo de hacer desaparecer la tentación es caer en ella. Pero lo que nadie dice es que, en la misma, podemos encontrar la libertad de nuestro corazón y alma"
🔥 La tentación de Will Graham 🔥
La tentación de Will Graham era de carne y hueso y tenía nombre y apellidos. Ese demonio del que tanto había oído hablar, la maldad personificada, era tan mortal como lo era él mismo.
Me debo a la luz, piensa mientras una mano fuerte aprieta su polla a través de su ropa interior. Estoy atado a algo superior, casado con él, debo ser fuerte.
Pero es que la fortaleza a la que hace alusión Will ha puesto su mirada en Hannibal Lecter. En sus ojos ámbar y su cuerpo anhelante hecho de fuego.
- Querido, ven conmigo.
Pero si ya estoy ahí, piensa Will, su mirada hacia la pintura del techo, una burda copia de la creación de Miguel Ángel y el pecado original. Ahora lo entiende, él también habría sucumbido.
- Hannibal...
- Te deseo. Eres más mío de lo que jamás serás suyo.
Will se aferra a la cruz en la que está. Su mente, que todavía lucha por mantenerlo firme, la ha creado porque su conciencia cree que debe ser castigado. Era un pecador, había destrozado la confianza depositada y no sentía remordimiento por ello.
- Vas a volar conmigo, dulce Will. Y esta vez no volverás.
Will habría querido responder que por supuesto que regresaría. Que en su ordenada vida estaba la seguridad de saber quién era.
- Llévame, Hannibal - dice en su lugar -. Todo en lo que una vez creí se ha resquebrajado.
- Estás hecho para mí - dice el hombre arrodillado ante él. Mírate, mi pequeño semidiós. A buen seguro te rezaria de ser creyente.
Hannibal besa la punta de la polla de Will, que cierra los ojos y gime. Si va a ir al infierno irá con todo por delante, no merece menos.
- Eres lo único que quiero. Me tienes, mylimasis. Y no pienso dejarte marchar.
Porque en la calidez de la boca de Hannibal, Will da rienda suelta a ese anhelo que se tiene por las cosas prohibidas y que tan bien nos hacen. En los movimientos de cabeza del hombre que se había enamorado de él, Will descubre que tal vez el sentimiento sea recíproco. En el calor que irradia su cuerpo, a la par del de Hannibal, Will ha conseguido la libertad que hasta él no sabía que necesitaba.
- Más rapido.
La Cruz de madera ha desaparecido y Will Graham se aferra al cabello dorado ante él, sometiendolo. Sus uñas se clavan en la carne, y el hombre que lo está llevando a otro tipo de Cielo aumenta la velocidad porque sabe mejor que Will lo que necesita, haciéndole llegar al climax.
- ¿Y ahora qué? - pregunta, sin ningún atisbo de preocupación.
Hannibal se relame, los restos de semen en su boca. Besa a Will mientras pega su cuerpo al suyo, deseando más.
- Ahora el mundo, amado. Y tú y yo enfrentandonos a él.
