"Te quise siempre conmigo. Te quiero así, cada día, mientras el olor a café lo llena todo. Y encontrarme en tu sonrisa porque nada puede haber mejor que eso, y que veas cómo nace la mía feliz al saber que lo intentamos"
🔥 Monstruo 🔥
Quizá tiempo atrás Will desconocía qué estaba aceptando. Tal vez en la vivencia del día a día, inconscientemente, había escogido obviarlo.
Por el camino, unos ojos ámbar que siempre le observaban. Que buscaban su compañia y todavía más: la anhelaban. Si Will hubiese aceptado su naturaleza se habría percatado de que las manos de Hannibal abrazaban su ser cuando él sólo sentía rechazo y miedo. Que le decían que estaba ahí, con él, y que en la diferencia de ser quienes eran nunca más estaría solo.
- ¿Will?
En la consulta el ámbar se ha vuelto negro. Manos, cara y cuerpo del mismo color, el traje mantiene su blanco impecable. ¿Puede haber pureza en el vaivén de tales emociones?
- ¿Pasas? - insiste Hannibal.
Sabe qué ocurrirá si lo hace y está emocionado por al fin ser consciente en la elección. Cierra la puerta tras de sí cerrando con ella aquello a lo que estaba diciendo adiós.
- ¿Qué ocurre? - le pregunta esa voz que tan bien conoce -. Hoy te noto diferente.
Will no le mira, no todavía. Deambula por la habitación en la que tantas horas ha sido él y se detiene ante la pequeña escultura del ciervo negro. Sonríe mientras con la yema de los dedos la acaricia.
- ¿En quién piensas?
Tal vez Will había desconocido tiempo atrás qué estaba aceptando pero ahora su cuerpo reaccionaba ante el sonido de esa voz envolviendole por completo. Te deseo, aléjate, por favor deja que me quede contigo.
- En nosotros - responde concentrado en el ciervo.
- Cuéntame más - la mano de Hannibal en su hombro le transporta a esos sueños en los que podía ser libre.
Podría decirte tantas cosas, piensa. Cuántas veces me has besado y te he apretado a mí porque suficiente tiempo hemos estado separados. Cuánto de ti es mío y cuánto de esa parte hay en mí abrazandome cuando estoy perdido.
- A veces nos veo juntos. Juntos de...
- ¿Sexo?
- Sí. No. Juntos. Para todo. Contra todo.
La mano en su hombro baja hasta su cintura. Un leve apretón hace que Will se dé la vuelta encontrándose con lo que había querido rehuir.
- Hablas de suposiciones, Will, de quizás. Dime, sabes quién soy, ¿podrías con ello?
Will asiente aunque no sabe hasta qué punto podrá hacerlo. Intentarlo siempre será mejor que la inquietud en la que vive ahora.
- No quiero obviar esto más tiempo, Hannibal. Lo que había antes de ti apenas lo recuerdo y lo poco que sí lo hago lo quiero olvidar. ¿Me convierte eso en un monstruo?
Hannibal calla, su mano aferrada a la cintura de Will. Le besa, ligero como el roce de los dedos del perfilador en el ciervo, y siente cómo éste lo acerca del todo a él, tocándose.
- Nunca has sido un monstruo para mí. Ni lo serás por renunciar y aceptar otra vida. No podría ver un monstruo en ti cuando no lo veo en mí y, sinceridad presente, he puesto todo el empeño posible para llegar donde estamos ahora - Hannibal vuelve a besarle -. Parte de la culpa es mía.
Las manos de Will en el cuerpo de Hannibal son la firma de una promesa no dicha. Su lengua recorriendo hasta donde es capaz de atreverse, la entrada directa al infierno en el que nunca ha creído.
Quizá Will desconocía al principio qué estaba aceptando. Ahora, en el choque de la carne y Hannibal dentro de él, lo abrazaba. Y no podía sentirse más pleno.
