Destrózame

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Continuación del relato Siete Palabras, que tenéis en capítulos anteriores:

- Vamos, Hannibal. Destrózame.

Will aparentemente seguro de sí mismo, sin tener la más mínima idea de lo que debe hacer con otro hombre. Tumbado en la cama de Hannibal tiembla, pero por suerte para él Hannibal está alejado, todavía no se ha dado cuenta. Una falsa seguridad que será descubierta en breve.

- ¿Alguna vez....?

Will calla. Y Hannibal sabe. Sonríe mientras se desabrocha la camisa y la coloca sobre la silla. Nota los ojos de Will en su espalda, contemplativos, preguntándose qué va a pasar.

- ¿Confías en mí, Will?

Se gira con la sonrisa todavía en sus labios. Will asiente repetidamente con la cabeza, con la boca entreabierta intentando respirar tranquilo.

- Quiero que me veas. Sólo soy un hombre. No voy a hacerte daño, jamás lo haría.

Ojos azules en su pecho recorriendolo por completo. Ojos azules en sus manos mientras el cinturón cae al suelo, seguido del pantalón, y esos mismos ojos fijos en su trasero cuando también los recoge y coloca sobre la silla junto a la camisa.

- Hannibal...

El deseo, tan potente y presente en el océano que Will guarda en sus ojos. Hannibal se pregunta quién debió de regalarselos, si fue su padre, o quizá su madre. De quién sacó los rizos que tantas veces ha deseado colocar en su sitio. A quién debe dar las gracias por semejante obra de arte.

- ¿Quieres que pare?

- No... No..

La ropa interior de Hannibal es una débil barrera ante lo que hay debajo, que lucha por salir y ser liberada. Hannibal apoya una de sus manos en su pølla y no puede evitar gemir. Un poco más allá, otro gemido, el de Will, acompañando al suyo.
Se acerca al borde de la cama y, ahora sí, ve que Will está temblando. Sus rodillas, apoyadas en la cama, sentado sobre sí mismo mientras Will intenta serenarse.

- Dame tu mano.

Cuando Will la alarga y nota la pølla de Hannibal bajo ella, caliente y dura, se humedece con su propio líquido preseminal.

- Joder... Hannibal...

- Puedes parar si quieres, no voy a forzarte.

En su lugar Will la masajea y se deleita al escuchar a Hannibal decirle lo mucho que le está gustando. No hay nada que caliente más que saberse dueño de una seguridad, aunque esta sea inexistente. Si otra persona te transmite confianza, confías en ti mismo. Si para otra persona lo eres todo, con el tiempo acabas siéndolo realmente.

- Will - la voz ronca de Hannibal, levantando la barbilla de Will para que lo mire -. Necesito... ¿me permites?

- Por favor...

Hannibal se inclina sobre él y desabrocha su camisa, que deja caer en el suelo. Qué joven es, qué cuadro tan perfecto que tan pocos han tenido la suerte de ver. Besa a Will en los labios controlando el deseo de directamente devorarlo. Sabe que es justo lo que Will le ha pedido, que le destroce, pero también sabe que esas palabras no son más que una fachada.

Sus manos recorren el abdomen de Will, tan cálido, retorciendose bajo él y aumentando más si cabe el deseo que Hannibal ya tiene acumulado en su interior. Podría arder ahora mismo, nunca se había sentido como se siente ahora.

Llena de besos el cuerpo de Will y baja hasta que su respiración cae directamente sobre la pølla del joven, tan dura como la suya. Con la mirada le pregunta si puede continuar y del mismo modo obtiene respuesta. No tarda más que unos segundos en hacer desaparecer los pantalones de Will junto con su ropa interior.

- Eres perfecto - le dice.

Porque para él, lo es. Con la yema de dos de sus dedos recoge el líquido preseminal de la punta, y Will se arquea ligeramente mientras sus manos se cogen a las sábanas.

- Además de delicioso - añade, llevándose los dos dedos a la boca.

- Joder, Hannibal.. no puedo aguantar, por favor.

Que suplique de verdad. Que sus palabras sean ciertas y no el resultado del miedo. Hannibal abre la boca y con cuidado lame la pølla de Will. Nota un ligero agarre en su pelo y sabe que debe empujar un poco más. Así que lo hace, teniendo mucho cuidado de no hacerle daño con los dientes.

- Esto es... joder... voy a...

La perfección hecha hombre. Hannibal haría demasiado por Will, tanto que a veces se pregunta si incluso iria contra sí mismo. Baja más la cabeza y, ahora sí, se come literalmente a Will y a su placer. A través del pelo que cae sobre sus ojos ve cómo Will se mueve, a través de los gemidos de Will nota cómo empuja sus caderas hacia arriba, queriendo más.

Y Hannibal se lo da. Le daría todo lo que quisiese. Le dará todo lo que desee.

Cuando sus movimientos se hacen más rápidos, Will aumenta también los suyos. A Hannibal no le importa que a veces no pueda respirar, ni tampoco le molesta que Will ni siquiera tenga en cuenta esto. Sólo existe Will, sólo existe el orgasmo que se acerca rápidamente y que los envuelve a ambos a través del semen del joven, ahora en su garganta.

- Mierda... Lo siento... Hannibal... Perdona...

El agarre sobre su pelo desaparece y en su lugar queda la mano de Will, inerte, cálida. Hannibal se aparta, relamiendose, y besa la mano de Will mientras se tumba a su lado.

- Te deseo - le dice -. Quiero follarte, quiero que me sientas dentro de ti, quiero llenarte, marcarte, que seas mío.

- Yo nunca....

- Confía en mí. Confía.

- Lo hago, Hannibal.

- Entonces ven. Ponte encima de mí.

......

(Continuará 🙈😏)

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now