Llévame contigo

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- ¿Estás seguro?

La vacilación en los ojos de Will y un temblor en sus manos. La aceptación en la sonrisa que le devuelve a Hannibal, débil y fuerte al mismo tiempo, tal y como se siente él. Su desnudez, devorada, adorada bajo un color ámbar que haría cualquier cosa por él. Cualquier cosa.

- Lo estoy, Hannibal.

Manos fuertes en su rostro y unos labios que conoce a la perfección sobre los suyos. Su hogar, desde hace meses. Mismas manos en su espalda y un fuego que recorre su cuerpo cuando Hannibal lo acerca a él. ¿Puede uno morir amando? ¿Puede uno, desvanecerse?

- Siempre estaré contigo - esos malditos labios, susurrando en su oído.

Un breve asentimiento y el azul de Will, más azul todavía por las lágrimas. Han pasado demasiado. Como un libro abierto, el dolor latente entre los dos y Hannibal, paciente, sabiendo que es capaz de demostrarle cuánto tiempo lleva amando en silencio, esperando, anhelando.

- Cuando estoy sin ti, me pierdo, Will.

Lenguas que se cruzan y pintan sus nombres, marcándose mutuamente. Un gemido que Will no puede evitar y los dientes de Hannibal provocando que sea eterno. Presión en sus muñecas, atrapadas entre los largos dedos de Hannibal, mientras esa lengua quema recorriendo su pecho y Will arquea la espalda sin saber cómo está volando.

- No pares, por favor.

Su voz, irreconocible, esclava del deseo, melodía para Hannibal. Manos dulces que separan sus muslos y besan cada rincón y Will, libre, sintiendo entre sus dedos los mechones plateados y rubios que están a punto de cambiarlo todo.

- Te amo, Will.

El corazón latiendo fuerte, cantando todas aquellas canciones que ni siquiera sabía que guardaba. Gritos que acompañan el sonido de Hannibal al lamer su polla, los sentimientos al fin liberados. Will ríe y Hannibal lo hace con los ojos mientras lleva a su compañero a un cielo en el que no cree. Tal vez para Will sí haya cabida.

- ¡Hanni...bal!

Nunca un nombre brilló tanto. Quizá Will nunca había amado y ahora se daba cuenta. Todo se reducía a ellos dos, a Hannibal, y a la pertenencia que flotaba entre los dos y que cualquiera podría ver.

- Quiero que me sientas, Will - el labio inferior de Hannibal, brillante con su semen.

La respiración entrecortada cuando Will asiente. Acelerada al escuchar el lubricante entre los dedos de Hannibal y desbocada cuando su lengua deja rastros de saliva en su agujero. Will no opondría resistencia en morir así. Un dedo que entra y que Hannibal no tarda en convertir en tres, la próstata de Will agradeciendo ser tocada por primera vez.

- Querido Will, si te vieras con mis ojos... - Hannibal, emocionado ante su obra.

- Por favor, por favor. Llévame contigo.

El olor del líquido pre seminal en las fosas de Hannibal, su propio olor. El dolor en su polla tras la espera y la liberación cuando al fin está en Will.

- Confía en mí - jadea - nunca más te haré daño.

Will tomando su mano mientras él se inclina entrando hasta el Fondo. Dos cuerpos siendo uno y la seguridad de saber que al fin bailan a la vez, escuchando la misma melodía.

- Muévete. Quiero más.

Los brazos de Hannibal rodeandole apoyados en la cama, Will en medio de ellos sintiéndose protegido mientras se mueve a la vez. El ceño fruncido de Hannibal concentrado en el placer de Will, y Will pidiendo a quien sea que le escuche que esto dure eternamente.

- Will... Will..

Su nombre repetido hasta el final, como si fuese a desaparecer, a dejar a Hannibal de nuevo solo. La carne de Will apretando la polla de Hannibal y de nuevo Will, duro, su orgasmo manchandolos a ambos. ¿Cuántas veces debe marcar a Hannibal como suyo? Will no tiene respuesta.

- Córrete dentro - le pide. Lo necesito todo de ti.

Hannibal haciéndolo antes de que Will termine la frase. Derrumbandose sobre él incapaz de soportar tanto. Tiembla y Will lo abraza, corazón con corazón, rápidos en una carrera imaginaria donde no hay vencedor ni vencido. La frente de Hannibal en la suya, y sus miradas encontrándose en el lugar que sólo los amantes conocen, alejado del resto del mundo.

- Te amo, Hannibal. Nunca más volverás a estar solo.

Su adorado Will, su dulce empatía. Hannibal le besa y en ese beso está la sabiduría del mundo, de la parte de él que les pertenece y que por fin ha visto la luz del Sol.
Hannibal lo ha leído en los libros, pintado en sus cuadros y escuchado en canciones. Sentirlo es diferente. Nunca un hombre se sintió más feliz que él ahora, ni tan dispuesto a todo por Will.

- Mi mundo es tuyo. Mi corazón, tu esclavo. Pongo a tus pies todo lo que soy, Will, para que hagas lo que desees.

Will ríe y la vida de Hannibal se escapa en esa sonrisa.

- Quiero más. Más y más, Hannibal.

- Nadie nos espera. Tenemos todo el tiempo del mundo.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now