Secretos del corazón

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#Hannigram #WillGraham #Hannibal #relatocorto

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🔥 Secretos del corazón 🔥

Todos tenemos secretos. Y se dice que, entre ellos, dos destacan por encima de los demás: los secretos de la boca y los del corazón.

Los secretos de la boca quieren ver el mundo exterior, tener vida mientras salen de nuestros labios en forma de chismes. Luchan por salir y siempre lo consiguen.

Los del corazón, en cambio, es todo lo contrario. El de Hannibal era ese tipo de secreto. Íntimo, doloroso y quería, ante todo, esconderlo del mundo. El problema es que cuánto más lo guardaba, más pesaba dentro de él. Y sabía que, de seguir así, acabaría por aplastar su recién descubierto corazón.

Cada noche, sin falta, entraba a escondidas en casa de Will Graham y se sentaba horas a mirarle dormir. No tenía llaves, no había sido invitado. Y no quería dejar de hacerlo.

El por qué lo hacía lo sabía, formaba parte de ese secreto del corazón. Quería a Will. Cuánto más crecía ese sentimiento más se acercaba el perfilador descubriendo quién era, el Destripador de Chesapeake. Tal vez por eso Hannibal se sentaba al borde de su cama, cada noche, y lo veía sin mirar con los ojos cerrados, escuchando su respiración.

¿Y si tenía que acabar con su vida?

Absorbía cada segundo y lo registraba en su Palacio Mental, que ya estaba lleno de Will. Unos cuantos recuerdos más siempre eran bienvenidos.

A veces se preguntaba si Will soñaba con él. No podía responderse. Otras simplemente quería saber con qué lo hacía, su respiración entrecortada y charcos de sudor en las sábanas. Will no lo sabrá nunca, pero Hannibal velaba sus sueños y le prometía en susurros que, si se lo permitía, jamás dejaría que las pesadillas se lo llevasen si él no iba también.

Porque así son los secretos del corazón. Duelen pero somos incapaces de dejarlos marchar, de darles vida en voz alta. Como si, de hacerlo, volasen lejos de nosotros o desapareciesen. Tener un secreto del corazón era tener una piedra que cada día escogemos sujetar.

- Will, quizá un día tengamos que decirnos adiós.

A veces lloraba, pensando en ello. Porque Hannibal sabe que una vida de encierro no es vida, y que aunque su Palacio Mental fuese inmenso, lo que allí hubiese se detendría en el tiempo, en un pasado que para él era insuficiente. Porque lo que deseaba, lo que quería, era un Will libre y a su lado. Le enseñaría que el mundo tiene tanto que ofrecer como ellos quisiesen tomar. Y, mientras lo hacían, llenaría las estancias del Palacio de nuevos recuerdos. Will estaría pletórico de lo que llegaría a ser.

- Hanni...bal....

Abre los ojos escuchando su nombre. Will todavía duerme. Se levanta y apoya la palma de su mano en la frente. No hay fiebre.

- No te vayas.

Más claro, esta vez, pero Will sigue sin abrir los ojos. ¿Le hablará al Hannibal de sus sueños?

- Nunca, querido - las palabras salen de su corazón y el secreto deja de serlo.

- Bien, bien. No quiero estar sin ti.

La mano de Will toma la suya. Tiembla. Hannibal se sienta de nuevo, diferente ahora. Más liviano. Feliz. Le ha dado vida al secreto del corazón y ahora ya no es un secreto.

Es un sentimiento compartido.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now