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#WillGraham #Hannigram #Hannibal #relatocorto
"¿Dónde está la barrera entre lo que está bien y lo que está mal? ¿Existe, acaso? "
🔥 Pecado 🔥
Dejó de plantearse hace tiempo si estaban bien o mal. Si acaso lo que hacía le llevaría directo al Infierno en el que tantos años había creído, y ahora se tambaleaba en un hilo demasiado fino como para considerarlo real. Se había propuesto luchar contra ello, pero sinceramente eso sólo duró unos pocos minutos. ¿Se puede luchar contra la naturaleza humana y ganar? Will había descubierto que no. Había decidido por voluntad propia que era una pérdida de tiempo.
Dónde quedan los valores humanos cada uno lo guarda en su conciencia y corazón. Dónde la vergüenza, Will no lo sabía, pues no la había sentido.
- Tócame.
La primera vez que salió de sus labios lo escuchó extraño. Como si no hubiese sido él mismo quien lo había dicho sino un ente que se parecía a él.
- Te deseo - le dice el hombre que se arrodillaba ante él.
- Y yo a ti.
Era cierto entonces, lo seguía siendo ahora. Le golpeó como una maza y ni siquiera se planteó intentar no escuchar ese sonido. La tentación de decir que sí, la obligación de decir que no. Will había sido considerado un buen cura. Fiel a sus principios, recto y devoto. ¿Era esta su vocación? Su padre así lo había creído y él, buen hijo como era, entró en el sacerdocio porque tampoco se había planteado ser nada.
- Hannibal...
- Dime, querido.
- No me llames así. Fóllame con la boca.
Parte de la historia de la humanidad que era la de la religión al lado del muslo desnudo de Will mientras Hannibal, que así se llama el hombre al que todo se lo permitía, abre la boca y mete la punta de su polla haciendo que agarre fuertemente el Rosario que tiene en su mano. Quizá, piensa, parte de la vergüenza que no siento está en las cuentas del mismo, esperando su momento.
- Más rápido - su mano entre los mechones de pelo de Hannibal, alentandole a bajar más, a hacerlo más fuerte, a sentirlo.
¿Como podía ser pecado esto? Will nunca se planteó qué había al otro lado de las paredes que eran lo único que conocía, tal vez porque de hacerlo habría dudado. Y ahora, sus ojos azules fijos en el movimiento de cabeza de Hannibal, no podía pensar en otra cosa que no fuese salir de allí.
- Will, ¿es esto lo que quieres?
Le mira. Sabe, confía, cree en una salida que Will vislumbra pero no se atreve a abrir la puerta.
- Nunca he sido creyente. La religión está lo más lejos de mí de lo que soy capaz. Sus valores, sus principios no son los míos y nunca lo serán.
- Eres pecador, Hannibal.
- Bajo aquel a quien llamas Padre. ¿Lo soy bajo los tuyos?
- No lo sé. Todo en lo que creo se está rompiendo, y no sé qué puedo hacer para que deje de hacerlo.
Hannibal agarra la Cruz que Will lleva colgada del cuello. Quiere arrancarla, lanzarla al fuego y ver cómo arde los últimos toques del antiguo Will.
- Crea unos principios nuevos. Conmigo. Los tuyos se mueren, Will. No tienes que morir con ellos.
