Se miraban como se miran quienes ya nada les queda por decir, pues creen que no es necesario. La experiencia había formado a su alrededor todas las palabras que nunca llegan a nacer y, en medio de todas ellas, un amor tan fuerte como también frágil.
Quizá fuese su última noche y, por eso, los dos callaban mientras dos copas de vino esperaban el siguiente paso. Ninguno de los dos quería ser consciente de ello.
Hannibal dejó de tener miedo el día que le conoció. Lo supo y para él eso era suficiente, no necesitaba nada más. Esperó, fue todo lo paciente que pudo ser y, llegado el momento, obtuvo aquello que tantas veces había imaginado.
Tal vez no sería su última noche, pero ninguno de los dos lo sabía a ciencia cierta. Estaban aquí, ahora, y era lo único real, lo único palpable, lo único que importaba.
- ¿Un brindis? - propone Will.
- ¿Por qué no? Contigo bien merece cualquier cosa.
Will sonríe porque sabe que cualquier cosa que Hannibal dice lo hace desde el corazón que en ocasiones indica no tener. Tan profundo era, tan fácil. Toma la copa de la mano de Hannibal, que se la ofrece, y sabe que haciéndolo está aceptando lo que no se anima a decir en voz alta.
- Quizá no sobrevivamos - añade -. O muera yo.
- No va a pasarte nada, a ninguno. ¿Has pensado qué será de ti cuando ocurra? ¿De nosotros? - Hannibal hace la pregunta pero tampoco espera respuesta. En estos casos, Will raramente lo hace.
En la ventana de la casa del acantilado, los dos hombres se acompañan en silencio porque así debe ser ahora. Hablar rompería lo que sea que habían construido, y ninguno de los dos quería ser la causa.
Cuánto tiempo pasa hasta que Will apoya su mano en el hombro de Hannibal no es importante. Ni tampoco lo es el hecho de que Hannibal responda al toque, ansioso como estaba, anhelante por comprender.
- Will...
- Calla.
Dos bocas que tanto han guardado y lo que dicen ahora. Las lenguas, desatadas, recuerdan que también fueron creadas para dejar marca en el cuerpo de otro. Las manos se pierden en la piel y los ojos dudan si lo que está ocurriendo es real o sigue siendo un sueño.
- Quiero...no puedo más. Dámelo, es más mío que tuyo - ordena Hannibal.
Will sabe a lo que se refiere, conoce la sensación. Tiempo lleva cada centímetro de su existencia perteneciendole sin tocarse, del mismo modo su corazón. Desnudos y con la verdad iluminandolo todo los dos se vuelven vulnerables. Quizá no sepan si hoy será la última noche, pero nunca podrán dudar que lo que ocurre entre ellos es amor.
- Más. ¿Y si no lo conseguimos?
- Solo lo dices para sentirme dentro de ti otra vez. Sabes que lo conseguiremos.
Hannibal mira el cuerpo de Will desnudo junto al suyo y, antes de que sus dedos consigan acariciarlo, lo tiene sentado a horcajadas sobre él porque quizá Will sienta que al fin es consciente de lo que ocurre, y Hannibal le permite ser su lado.
- Iré, Hannibal. Iré, y no me preguntes más porque si lo pienso demasiado tal vez no lo haga.
El resto, inexistente. La certeza del ahora, el deseo del mañana y el suelo de que es posible es lo que los mantiene unidos. Sí, es muy posible que hoy sea la última noche, pero tampoco importa demasiado.
