Hannigram - Cortos -

Un nuevo comienzo - Feliz Año Nuevo, Will -

Hannibal estaba acostumbrado a pasar las Navidades solo, Año Nuevo incluido. No se entristecía por ello, así lo había elegido.
Este año no iba a ser diferente. A su alrededor todos ultimaban las compras para dar la bienvenida al año que estaba por llegar, y él se alegraba de no tener que pasar por semejante acto social en nombre de una tradición que no le representaba.
Su plan era cada año el mismo: buen vino, una cena especial para buena uno (ya se había encargado de que fueran realmente especiales hace unos días), música y un clásico literario entre sus manos: La Iliada de Homero.

Tal vez a ojos del resto su noche fuera una noche más, aburrida incluso. Qué poco entendían de los placeres de la vida. Despertaría al día siguiente totalmente fresco, no debería desatender sus quehaceres diarios.

- Dr. Lecter, ¿me puede prestar atención? – le reclama su joven paciente.

Sonriendo para sí, Hannibal se da cuenta que durante unos segundos se ha trasladado a su palacio mental, que en unas horas descubrirá en realidad al calor de su chimenea.

- Disculpe Will – responde - ¿podría por favor repetir lo que ha dicho?

- Decia que no entiendo el concepto que la sociedad tiene de estas fiestas. ¿No se dan cuenta que es todo consumismo? Las creencias religiosas permanecieron a un lado hace mucho tiempo.

- ¿Eso le molesta? – pregunta Aníbal.

- Me parece hipócrita. Falso. Todos sonriendo a personas que durante el resto del año ni se preocupan en saber cómo están. Todos gastando un dinero que probablemente ni tengan. A ver, no me malinterprete, cada uno puede hacer con su vida lo que guste. Simplemente no lo entiendo, ni lo compartir.

Hannibal lleva llevando a Will desde hace tres meses. Trastorno bipolar, dijo que tenía. Un diagnóstico erróneo. Tres veces por semana acude a su cita puntual, y tres veces por semana Hannibal se queda con la sensación de haber podido ahondar más en el joven cuando lo ve salir por la puerta de su consulta.
Una sensación extraña.

- Comparto su opinión, Will. Pero poco podemos hacer, más que decidir por nosotros mismos cómo pasar estos días, de manera que no nos provoque una disonancia cognitiva, un malestar – explica Hannibal.

- Yo voy a pasar esta noche solo. Bueno, no solo, con mis perros, ya le habló de mi maravillosa manada – responde Will. Son mi hogar.

- Y estoy seguro que son un grandioso hogar. Nada hay más sincero que el amor de una mascota, o eso dicen. Dígame, Will, ¿no tiene familia? – pregunta Aníbal.

- No tengo hermanos y mis padres fallecieron hace mucho tiempo. Sinceramente, de tenerlos también elegiría pasar estos días tal cual lo hago – indica el joven.

¿Cómo sería invitar a este maravilloso hombre a pasar esta noche conmigo?, se pregunta Hannibal. Desde hace varias semanas su curiosidad por Will aumenta en cada sesión. Es alguien especial, diferente, único. Tiene un don que Hannibal pretende llevar a cabo su máximo potencial y descubrir cómo es en realidad Will, bajo toda esa fachada que ha construido.

- ¿No se ha planteado pasar alguna vez estos días acompañado? Por curiosidad, por ver cómo le haría sentir estar con otra persona – pregunta Hannibal.

- ¿Con quién? ¿Con Jack Crawford y su esposa? ¿Con Alana? Ella sí querría pasar alguna noche conmigo, pero por desgracia para ambos no estoy interesado – responde Will, azorado.

Hannibal se percata enseguida de ese ligero rubor en sus mejillas. Tiene vergüenza, quiere apretarle un poco más.

- ¿Por desgracia para ambos? ¿A qué se refiere? – Hannibal fija su mirada en los labios del joven, intencionadamente.