Mangosta

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#Hannigram

❤️‍🔥 Mangosta ❤️‍🔥

Su consulta había quedado destrozada. Papeles por doquier en el suelo, ninguno de los importantes. Esos estaban a buen recaudo, en el piso superior. Las sillas tiradas, quizá tenía que cambiar alguna, esperaba que no la que se sienta Will en sus sesiones.

Will. ¿Todavía respira?

Tobías había sido un oponente bastante digno, rápido, una serpiente. Y había enviado a Will a interrogarle tras confesarle éste que Alana y él se habían besado. Un beso que Will describió como quien describe un objeto cualquiera, pero que para él eran como puñaladas en su corazón.

Nadie tenía derecho a besar a Will. Nadie. Ni Will tenía derecho a elegir a quién besar.
Claro, eso cambia si su elección era él.

Su labio sangra, Tobías le ha golpeado repetidamente con saña. Una serpiente, mortal, y había enviado a Will a interrogarle, movido por unos celos que se niega a admitir.

La figura del ciervo negro, esa que Will siempre observa fijamente mientras cavila sobre algún caso, está en el suelo llena de sangre. El golpe final ha sido con ella. Hannibal sonríe. Will se sentiría orgulloso.

¿Sentiría? Quizá haya sobrevivido.

Pasos que se acercan. Él, sentado en la silla de su escritorio, sabe exactamente lo que debe contar a Jack Crawford, a cualquiera que sea el dueño de esos pasos. Tobías vino a matar a mi paciente, Franklyn, haciéndolo. Luego quiso matarme a mí, en defensa propia no tuve más remedio que adelantarme.

Las palabras salen fáciles ante los hombres. Ahora su consulta es la escena de un crimen. Toman muestras, hacen fotos, olvidan que él está ahí sentado.
Quiere preguntar a esos hombres por Will, pero no lo hace. Quizá no lo conocen, tal vez sea demasiado personal. Se decanta por lo segundo.
Mira el teléfono, ¿y si le llama? ¿Sería imprudente?

- Dr. Lecter.

Jack Crawford entra. Le echa un rápido vistazo rápido y después a su consulta. Jack es un tipo de mente lógica, inteligente, más no lo suficiente. O, mejor dicho, no tanto como él. La mirada que me dedica cuando sus ojos vuelven a posarse sobre los suyos es de duda, Jack se pregunta cómo un psiquiatra ha sido capaz de acabar con la vida de un asesino en serie.

- Fue en defensa propia, Jack. La adrenalina... - empieza a decir, callando de repente.

Su olfato se adelanta. Esa asquerosa loción de afeitar llena sus sentidos.
Will.

De saber la fórmula para detener el tiempo le estaría dando uso ahora mismo. Los ojos azules de Will están preocupados cuando se detienen en los suyos. Preocupados y aliviados. ¿Estarán así también los míos? Sabe que sí.

- Will... - su voz sale entrecortada, carraspea -. Pensaba que habías....

- Casi - se toca instintivamente la garganta.

Ve que los dedos del perfilador están magullados. También él está herido, pero vivo.

- Dr. Lecter - interrumpe Jack - necesito que venga conmigo a la sala de interrogatorio.

- Ahora no, Jack - responde Will, firmemente -. Hannibal se queda.

Hannibal. Su nombre en los labios de Will. Su tono, autoritario, reclamándole. Por dentro, casi llora de alegría. Casi.

- Will, es testigo de asesinato y además...

- La defensa propia no es asesinato, Jack. Bien lo sabes.

- Ni siquiera has investigado la escena. Hazlo, convénceme.

- No es necesario. Confío en él. ¿Y tú, Jack, confías en él?

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now