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#Hannigram #WillGraham #Hannibal #relatocorto
"Nada hay como saberse amado y responder de igual forma. Porque en la construcción de lo mutuo se depositan los sueños, deseos, anhelos y un futuro por el que luchar"
🔥 Querido Will 🔥
- Aquiles deseaba conquistar Troya solo junto con Patroclo, su compañero. Si los dioses debían sonreír quería que fuese a ambos, compartir la gloria, la fama, la inmortalidad en un futuro que sabía que jamás les olvidaría.
- ¿Compañero? Hannibal, las cosas por su nombre.
En la chimenea de la consulta del psiquiatra todos los papeles que una vez les unió y, junto a ellos, la de otros pacientes que Hannibal había tratado de manera poco ortodoxa. El reloj de Will, en sus manos, recordándole que todo lo vivido fue real. Las disociaciones, los sueños, las caminatas en medio de la nada sin saber cómo había llegado hasta allí. La encefalitis y, en medio de todo, Hannibal.
- Amante. Cierto. En el mundo griego el amor entre dos hombres era algo habitual, Will - Hannibal lo mira detenidamente, intentando descifrarle. ¿Lo desapruebas?
Will se acerca a su escritorio. Hannibal le mira, esperando, mientras en su mano todavía sujeta el lápiz con el que siempre le dibuja. Sobre la mesa, su nueva creación, con Will como ese Patroclo con el que desea compartir su mundo. ¿Por qué llora él, Aquiles?
- No, Hannibal. No lo desapruebo.
Y esa hoja cuyo reloj les separó porque Hannibal no supo ser paciente, les une ahora gracias a Will que, al contrario que él, sabe que lo importante en la vida se construye ladrillo a ladrillo.
- Will...
- Ya lo sé. No permitas que continúe llorando - dice, apoyando su dedo índice sobre Aquiles - ya no es necesario.
Se inclina y besa a Hannibal. Lento, suave, casi como un susurro. Su mano sobre el cuello de Hannibal y este sin saber muy bien cómo va a ser capaz de controlar su fuego.
- Te deseo.
Porque el fuego no se controla cuando se trata de amar a alguien, y Hannibal llevaba amando en silencio demasiado. Se levanta de la silla y sin dejar de besar a Will le quita su camisa. Will lo acerca a él porque tiene miedo de no saber qué debe hacer, y Hannibal ahora mismo es su lugar seguro.
- Necesito follarte, que me sientas. Will, ¿te parece bien?
Will sonríe a pesar del miedo. Quema, arde, su cuerpo le grita que continúe. Se separa de Hannibal y se apoya en el borde del escritorio, piernas abiertas en una escena tan obscena que ni él mismo sabe cómo se está llevando a cabo.
- Enséñame. Quiero saber qué se siente al sentirse realmente amado.
Hannibal sonríe. Vuelve a besarle. Diferente esta vez, más audaz, sabiendo. Porque en la certeza de comprender a Will, de entender al fin que es algo mutuo, el corazón se vuelve valiente, egoísta y generoso al mismo tiempo.
