III

308 25 0
                                    

Londres, Inglaterra.

Los pasillos del palacio real eran atravesados de un lugar a otro por empleados y secretarios. El jardín, siempre presentable, denotaba la excelencia real. Dentro del palacio, en el interior de la habitación designada a ser el despacho, se encontraban la pareja de empresarios y duques: los Hwang, reunidos y escuchando atentamente las palabras que la reina de Inglaterra decía.

— Entonces, —Habían estado hablando por casi 4 horas— el asunto es que, su hijo, es el más cercano a la corona y, por tanto, tiene estas responsabilidades, especialmente en esta situación.

— Sus majestades, nuestro hijo tiene 22 años, no está del todo listo para asumir la corona.

— A no ser que nuestra hija, por algún milagro se repusiera de su enfermedad que le resta vida, su hijo será el futuro rey de Inglaterra.

— Lo entendemos sus majestades.

— Entonces pónganlo al tanto. Nos gustaría poder conocerlo más cercanamente a él y a su esposa. —Los padres del chico se quedaron estáticos un momento.

— ¿Esposa? —Habló sorprendido el duque.

— Sí. Con 22 años debe estar casado o a punto de.

— Sus majestades, nuestro hijo no está siquiera en una relación.

— Pues es mejor que consigan un buen prospecto para él.

— Como ustedes ordenen.

— Por cierto, he escuchado que su hijo es… algo así, como un idol.

— Sí, en Corea.

— Bien. Como futuro portador de la corona inglesa es aún más importante y vital que no se vea envuelto en revuelos sociales; la corona no es un juego y a no ser que entienda la seriedad con que debe ser tomada, la corona pasaría a los siguientes en la lista.

— Lo entenderá; les damos nuestra palabra.

— Bien. Eso esperamos, los veremos en una semana para tener una reunión junto a su hijo.

— Sí, sus majestades.

— Pueden retirarse. —Ambos se pusieron de pie e hicieron una venia.

Se retiraron sin más y subieron al auto que los llevaría hasta el aeropuerto.

Había sido un viaje de emergencia y muy rápido, con el único fin de asistir a esa reunión.

Una vez en el gran aeropuerto, tomaron un vuelo de vuelta a Corea que duró algunas horas, y después subieron a su otro auto; tendrían algunas cosas pendientes que resolver antes de ser llevados hasta su hogar en la viva ciudad de Busan.

Si bien, no era una enorme mansión, como las que se acostumbraban ver en Inglaterra, era una construcción que aún denotaba sus altos ingresos y una vida muy bien acomodada.

Si bien, no era una enorme mansión, como las que se acostumbraban ver en Inglaterra, era una construcción que aún denotaba sus altos ingresos y una vida muy bien acomodada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now