La mañana llegó con tenues rayos de sol que se filtraron lentamente por las ventanas abiertas del palacio.
Era poco más de mediodía y Ren no había visto a su marido después del desayuno, sin embargo su suegra y la reina habían comenzado una charla con él y en ese momento aún se encontraba hablando con ellas mientras recorrían uno de los pasillos del segundo piso.
— Bueno, Minki, me alegra mucho que te estés adaptando bien. —Dijo la señora Hwang.
— Doy lo mejor de mí, gracias a ustedes avanzo rápido.
— Ya vemos que sí.
— Si me disculpan, voy a buscar a Minhyun, esta mañana me dijo que va a mostrarme Londres.
— Bien. No se metan en problemas.
— Y recuerda las reglas que te hemos explicado.
— Sí, permiso. —Hizo una reverencia y se separó de ellas volviéndose al pasillo que llevaba a su habitación. Al estar a unos pasos de la puerta los sirvientes a los lados de esta la abrieron. — Gracias. —Dijo antes de entrar.
(Japonés)
— Minhyun, ¿vamos a irnos... —La habitación estaba vacía. — ya? —Terminó su pregunta y se dio vuelta nuevamente para salir, pero esta vez fue el sirviente dentro quién golpeó su asta contra el suelo para que volvieran a abrir la puerta.
(Inglés)
— Gracias. —Volvió a decir y comenzó a caminar por los pasillos buscando a su marido.
— Disculpe, —Llamó a una de las empleadas y ella de inmediato le dio su atención. — ¿no ha visto a mi marido?— Sí, duque. El duque Minhyun fue al jardín.
— Es un poco extraño que ambos seamos duques... ¿qué tal si me llama sólo Duq. Minki?
— Como usted diga, Duq. Minki.
— Suena bien. Dijo que Minhyun está en el jardín, ¿cierto?
— Sí.
— Gracias. —Comenzó a caminar y la mujer hizo una venia.
— ¿Conoce el camino?
— Sí, gracias. —Fue lo último que dijo antes de comenzar a bajar las escaleras.
Llegó hasta la puerta corrediza que daba al jardín y no tardó en ver a su marido caminando junto a la princesa, a quién llevaba de la mano. Sonrió y pensó en unirse a ellos, pero la puerta parecía estar trabada y no pudo abrirla antes de verlos sentarse frente a frente en una mesita:
— No es lo mismo, Kimi, no puedo con Ren, —Fue lo primero que escuchó decir a su marido.
— contigo no hay nada que esconder o de qué avergonzarse, no tengo que esconder mi orgullo, mis sentimientos...
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El anillo de mi dedo anular
Romance" - Te casarías conmigo? -El silencio inundó la habitación, en partes sabía que debía decir que no... que debía rechazarlo porque ese anillo... esa pregunta debía ser para su hermana, no para él. Aunque... para ser sinceros... no le sorprendió...