LIV

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— Hola, Minki, ¿cómo te fue en la escuela?

— Bien, tía Shoma. Gracias. Tengo mucha tarea. —Le sonrió y subió las escaleras.

Estaba harto de esa sensación que lo había seguido todo el camino de regreso a su casa. Lo que más ansiaba era llegar y poder simplemente tirarse en la cama y olvidarse de eso. Claro era que esa nota lo había hecho enfurecer, más aún porqué había estado a la vista de todos, pero, ¿qué más podía esperar? Por lo menos había comprobado una de dos cosas: ese acosador ya no tenía acceso al interior de su locker o fue intencional reunir a tantas personas para dejarlo en ridículo. Se tiró bocabajo en su cama después de arrojar su mochila a una esquina de la habitación, hundió su cara en la almohada y gritó dejando salir su frustración, gritó hasta que se cansó y finalmente descubrió su cara de la funda sin cambiar de posición.

 Se tiró bocabajo en su cama después de arrojar su mochila a una esquina de la habitación, hundió su cara en la almohada y gritó dejando salir su frustración, gritó hasta que se cansó y finalmente descubrió su cara de la funda sin cambiar de posición

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— "¡Ahg! Nunca en mi vida me habían humillado tanto. Incluso si mis padres no lo saben, incluso si nadie se lo dijo a mis hermanos, estoy seguro… no tardarán demasiado en enterarse. Lo escucharán y preguntarán, todos van a preguntar." —Sintió sus ojos comenzar a arder de nuevo, pero, ya estando solo, ¿quién podría juzgarlo además de las cuatro paredes que lo rodeaban? Cerró sus ojos gentilmente y dejó que la primera lágrima saliera.

— "¿Cómo puedo dar la cara a alguien ahora? ¿Por qué el mundo me odia? ¿Por qué insiste en humillarme hasta reducirme en una mísera forma de vida? ¿Por qué pasa esto cuando comienzo a sentirme bien, a creer que estoy superándolo? ¿Por qué siempre ...

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— "¿Cómo puedo dar la cara a alguien ahora? ¿Por qué el mundo me odia? ¿Por qué insiste en humillarme hasta reducirme en una mísera forma de vida? ¿Por qué pasa esto cuando comienzo a sentirme bien, a creer que estoy superándolo? ¿Por qué siempre les dan razones de más para hacerme sentir así? ¿Por qué yo no veo una sola para ignorarlo y seguir adelante? Incluso si esas razones me escupieran en la cara, ¿qué puedo hacer si son invisibles para mí? No hay más que hacer, porqué no importa. Hay veces en las que nada más importa. Ni siquiera a mí me importa." —Abrazó su almohada y más lágrimas salieron. — "Si esto es sólo una etapa, me gustaría saber cuándo va a terminar. ¿Cuánto tiempo más tengo que sentir este agujero crecer dentro de mí? Ya ni siquiera recuerdo la última vez que pude esbozar una sonrisa sin sentirme forzado, ya incluso hay días en los que no me importa fingirlo, me alejo de todo y las pocas horas que me ven, parece que, con el mismo «estoy bien» de siempre les basta y, lo peor es que me siento bien y mal de que se lo crean, pero… aún siento que querer hablar de estos sentimientos con alguien es la peor idea que se me puede ocurrir, es la peor cosa que pasa por mi cerebro, porqué… ¿a quién le importa? Y ¿qué diría? «Mamá, papá, pensé en suicidarme cuando tenía catorce porqué no hallaba forma de alejarme por completo de ustedes para que no vieran cuánto sufría y no me preguntaran nada». Es una total tontería, no quiero preocuparlos o hacerlos sentir mal, mucho menos quiero que estén detrás de mí, como si fuera aún un niño que necesita que lo vigilen en todo momento, no quiero que vengan cada mañana y me pregunten sobre mis sentimientos y las razones que tengo para sentirme así. No hay razones. Es una maldita sensación con la que despierto y punto; no sé por qué, quizá si abriera mi cabeza y revisara si hay algo malo en mi cerebro, pero eso me da tanto miedo, justo como todas las soluciones que involucran decir algo…. No. No quiero. Es la verdad, no quiero, no es que no pueda, es que no quiero, y no voy… no lo haré." —Sollozó contra su almohada y la apretó más y más fuerte, como si la sensación de casi quedarse sin aire lo aliviara, pero, como cada vez que lloraba así, se giró quedando boca arriba y respiró hondo tratando de normalizar su respiración. Se puso de pie y entró a su baño para lavarse la cara y no dejar rastro de las lágrimas que habían encharcado sus mejillas, se miró en el espejo sin expresión en su rostro, mojado con el agua fría, que lo hizo sentir mejor. Se analizó unos segundos, había pasado tanto desde la ultima vez que alguien lo vio llorar, o al menos desde la última vez que, él, recordaba que algo así hubiera pasado. No deseaba que alguien lo viera así de nuevo, e inevitablemente Minhyun vino a su mente. Ese chico de 1.81, 25 años y cabellos recién decolorados era el único en la actualidad que lo había visto así y… lo había abrazado y consolado con tanto cariño, que incluso llegó a sentirse a salvo entre esos largos brazos. — Minhyun… —Susurró sin dejar de mirarse en el espejo observando, así, cómo el color carmesí aparecía lentamente en sus mejillas.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now