XLVI

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[Coreano]
— ¡Hyung! —Se quejó el más alto al descubrir que era su manager quien entraba a la habitación. — Nos metiste un buen susto.

— Así tendrán la conciencia.
[Japonés]
— Ya es tarde, Minhyun, ¿no crees que los padres de Minki estarán preocupados por él?

— ¿Dónde están ellos, hyung Kim?

— En el estacionamiento. Hace un momento vino una de tus hermanas a preguntar si irías pronto con ellos.

— ¿Todavía está ahí?

— No. Tuve que decirle que estabas en el baño para que no se preocupara, y que vas para allá en cuanto salgas.

— Y ¿hace cuanto fue eso, hyung Kim?

— Unos minutos.

— Perdona, hyung, Rennie se quedó dormido.

— Sí, sí, pero ya llévalo con sus padres, que el auto también nos espera.

— Sí, hyung. —Bajó a Minki al suelo y se puso de pie. — No me tardo. —Tomó la mano del rubio y este de inmediato abrió los ojos con sorpresa.

— Vayan, anden. —Les abrió la puerta.

— Nos vemos, hyung Kim.

— Cuídate, Minki. —Ambos jóvenes salieron del cuarto.

— ¿Estás tranquilo?

— S-sí. Me siento tranquilo. —Parpadeó un par de veces.

— Okay. ¿Conociste a Ji-young noona?

— No. No la ví.

— Mm. —De frente vieron venir a dos chicas que, Minhyun, identificó de inmediato. — ¡Oh! Mira, ahí vienen las dos. —El rubio miró donde el mayor. — ¡Noona! —Alzó la mano saludándolas y ambas chicas saludaron. Se acercaron unos a otros hasta estar de frente.

[Coreano]
— Vamos por un vestuario que dejamos en el camerino. Creímos que ya se habían ido.

— Yo creí que, ustedes, ya se habían ido.
[Japonés]
— Los presento, Rennie, ella es Park Ji-young. —Se refirió a la dama castaña. — Y ella es su hija, Nana —. Una chica de veintitantos, con el pelo decolorado, saludó.

— ¿Nana?

— En realidad se llama Jin Ah, pero desde que aprendimos japonés es Nana; porqué su número favorito es el siete.

— ¡Ah! Mucho gusto.

— Noonas, él es mi prometido, Choi Minki.

— ¡Aah! —Exclamó la chica rubia. — ¡Qué mono estás! —Se acercó a Minki y apretó sus mejillas.

— ¡Jin Ah! Le vas a arrancar la cara, hija.

— Perdón, es que causa tanta ternura, con esa carita adormilada y su cabello rubio. ¡Ah! —Le apretó las mejillas una vez más.

— Perdona a mi hija, a veces es muy tosca, especialmente cuando algo o alguien le parece tierno.

— No hay problema.

— Bueno, un placer conocerte, pequeño, pero deberías ir a descansar. Se bueno con noona y hazme caso, porqué, de estos dos rebeldes —Se refirió a su hija y al idol—, ninguno me hace caso, Minhyun por su trabajo y Jin Ah nada más porqué sí. —Minki sonrió.

— Sí, voy a irme a casa ya.

— Bueno, descansa. Mi hija y yo estaremos apoyándote el día de su boda.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora