CIII

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El plantel escolar se veía más grande de lo que recordaba.

Ren bajó del auto despidiéndose de sus padres con un:

— Gracias por traerme. Que tengan un buen día.

— Nos vemos más tarde en casa, mi niño.

— Ten un buen día también. —El auto se alejó al tiempo que Ren ingresaba en el plantel. Las miradas de los estudiantes claramente se dirigían a él y los murmullos hablaban sobre su regreso el día anterior. Caminó hasta su locker sin darle mucha importancia a la manera sorprendida en que lo miraban. Se cambió los zapatos y después de revisar que tuviera todo para la clase comenzó a recorrer los pasillos.

— Minki. —Miró sobre su hombro sin detener su andar.

— Takumi. —Saludó sin dejar de caminar.

— Osamu, Minki, llámame Osamu. —Dijo al paso del moreno.

— No recuerdo el momento en que dije que podías llamarme Minki.

— Creí que no te molestaría, ya sabes, para que nos hagamos más cercanos.

— Pues es extraño. Adiós, Takumi.

— Espera. —El menor se giró para verlo. _ Te ausentaste un buen tiempo, ¿dónde estabas?

— Fuera del país.

— ¿En serio? No creí que fueras de los que viaja así.

— Debo irme, Takumi.

— Te queda bien el corte. —El menor lo miró por la forma en que le había dado el cumplido. — Te queda bien el corte. —Le repitió creyendo que no había escuchado bien. — También noté que te lo teñiste negro desde que volvimos a clase, ¿es un cambio de look por el año nuevo? —El moreno trató de sonreír amable.

— Nos vemos, Takumi. —Entró a su salón y se dirigió a su mesa.

Siguió su rutina como si nunca se hubiera ido.
Se sentó en su silla mientras un recuerdo reciente venía.

| — Te veré en unos meses.

— Está bien, Minhyun. "Yo siempre esperaré por ti, más ahora que sé que de verdad esto que siento es amor."

— No quisiera dejarte.

— "Entonces no lo hagas." No es para siempre. —Su marido lo abrazó susurrando en su oído suavemente:

— Guarda este abrazo hasta que vuelva.

— Sí, lo haré. —Se separaron y sonrieron. — Minhyun. —Le llamó cuando el mayor estaba por subir al auto. — Estas dos semanas... han sido... increíbles.

— Lo repetiremos, te lo prometo. —Entró al auto y se despidió una vez más del menor. — Te veré pronto. —El vehículo se alejó ante la mirada del moreno, quien entró de nuevo a su casa. |

— ¡Minki! —Lo llamó emocionada la única a quien consideraba "amiga" sacándolo de sus pensamientos.

— Hola, Ritsu. —Respondió él cuando ella llegó hasta su lado.

— Te fuiste un buen tiempo, y justo cuando iba a decirte algo muy importante.

— ¿Qué sucede?

— El lunes pasado, por toda la escuela pegaron carteles.

— Ahh, eso no suena bien.

— Es que... eran carteles con tu foto y una tabla llena de firmas.

— Imagino de qué se trata.

— Decía en letras muy grandes "Más de 100 firmas."

— Es cosa de los demás, no te preocupes por mí.

El anillo de mi dedo anularΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα