CXXXIV

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Pasado el mediodía, finalmente los miembros de la corte comenzaban a salir de la sala de reunión.

— Bueno, Minhyun, me alegra mucho que todo esto haya quedado resuelto.

— También a mí, mamá.

— ¿Te irás ahora?

— Quisiera ir a Cambridge. A la casa de verano que tenemos.

— Está bien, hijo. Aprovecha antes de que surja un nuevo revuelo en la ciudad.

— Sí, papá. Permiso. —Hizo una venia y se retiró.

Como miembros de la corte y empresarios multimillonarios la familia Hwang tenía propiedades en diferentes ciudades de Inglaterra, aunque durante varias de sus visitas, principalmente cuando Minhyun estaba presente, la familia real prefería alojarlos en el palacio y durante sus estancias más prolongadas, los Hwang se quedaban unos días en el palacio y después iban a alguna de sus casas. Una de las favoritas del joven duque y la princesa era una mansión en Cambridge, cerca de la ribera, rodeada de árboles y con una gran extensión de terreno donde solían correr y jugar en verano.

Aprovechando la coartada que había planeado con un par de empleados, Minhyun subió a la habitación de la princesa.

— Hola, Kimi. ¿Cómo te sientes? ¿Estás lista?

— Sí, ¿el doctor vendrá?

— Sí, Kimi, prefiero tener un poco de ayuda profesional en todo momento.
Ven aquí, no sé cuánto tiempo vayan a estar distraídos mis padres.

— Bien. —Lentamente se levantó con ayuda de Minhyun y un par de sirvientes.

— ¿Segura que puedes? ¿No quieres usar la silla?

— No, no... estoy bien. _Sus piernas temblaban ligeramente cuando comenzaron a caminar.

— No, no creo que sea bueno. Ven aquí. —La tomó en sus brazos y ella rodeó el cuello del chico.

Salieron de la habitación y bajaron las escaleras. Yoon Ji Sung estaba esperándolos en el auto, listo para llevar a la princesa.

— Acomódala aquí. —Indicó cuando vio a Minhyun acercarse con la dama en brazos.

— Listo. ¿Estás cómoda?

— Sí, gracias.

— Bien. —Cerró la puerta y ambos chicos entraron también al auto.

— Dime, Minhyun, ¿a dónde vamos?

— A Cambridge. —Puso el auto en marcha.

El recorrido duró dos horas y media hasta llegar a la gran mansión.

— Kimi, —Le llamó con tono suave y cariñoso. — ya llegamos. —La mujer abrió sus ojos poco a poco y lo primero que vio fue el rostro de Minhyun.

— ¿Llegamos?

— Sí. Ven, vamos. —Le tendió su mano y ella la tomó sin dudar. Él la ayudó a salir del auto y apenas estuvo completamente de pie respiró profundo sintiendo el aire fresco.

— Se ve tan bonito. Mira esos árboles. —Dijo mirando con alegría el paisaje.

— Vamos, Ji Sung. —Caminaron lentamente, ayudando a la princesa, hasta la orilla donde un pequeño bote de remos esperaba desde hacía varios años. — Sosténla. —Dijo apoyando a Kimberly en el hombro del doctor y él la recibió.
Minhyun subió al bote y miró a Ji Sung. — Listo. —Ayudaron a la princesa a subir también.

— Por mi parte, —Dijo el doctor obteniendo la atención de ambos. — me quedaré aquí, si no les importa.

— Ahh... okay. No nos alejaremos mucho. —Dijo el joven de cabellos miel antes de desatar la cuerda del bote y comenzar a remar alejándose poco a poco de la orilla.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora