LXIX

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— Mamá y papá siguen sin dejarme saber mucho sobre los preparativos. Todo lo que sé es que será en el jardín de atrás de la casa.

— No te preocupes, Rennie, mis padres dicen que todo está yendo de maravilla.

— Sí, pero tengo mucha curiosidad, ayer era medianoche y mis padres y Lizzy aún estaban en el jardín. —Comenzaron a caminar de nuevo.

— Puede que sólo hayan terminado algo. Por cierto, te tengo unas sorpresas.

— ¿Qué son?

— Lo sabrás después. —Ren se quejó.

— ¡Ahhh! —Minhyun sonrió

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— ¡Ahhh! —Minhyun sonrió.

— Eres tan tierno. —Caminaron hasta la puerta de la residencia de los Choi y no tardaron en escuchar música navideña.

Ren abrió la puerta y Minhyun la sostuvo para que entrara.

La escena dentro de la casa parecía de película. Algunos estaban sentados en los sillones, los padres bailaban en parejas, mientras el primo Kevin estaba de pie junto a Lizzy, ambos hacían movimientos extraños para debatir quién bailaba más raro, y quienes estaban sentados sólo reían y reían.

— Minki, Minhyun, que bueno que llegan.

— Minki, Minhyun, que bueno que llegan

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— ¡Madre! ¿estás bailando?

— Sí, hijo, es un día especial, además hay que irse preparando para el 26.

— ¡Ah! Sí... está bien.

— Nada más falta que ustedes se vistan. La cena casi está lista.

— Gracias, mamá. Vamos, Minhyun.

— Sí, ya volvemos. —Subieron las escaleras.

Sólo estando en el segundo piso Ren se atrevió a preguntar:

— ¿Por qué te sorprendió ver a tu mamá bailando? Mis padres a veces lo hacen.

— A mi madre no le gusta bailar. La última vez que bailó yo tenía 5 años, y fue porque los miembros de la corte debían abrir el baile, incluso sólo bailó durante 4 minutos.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now