LVII

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Diciembre había llegado y, con este, una fina capa de nieve que cubría toda la ciudad.

Ya estando cada vez más cerca de la fecha esperada, la casa estaba más agitada que nunca.

— Aún debemos seleccionar el repertorio de música para la boda.

— Dejemos que Minki y su novio lo elijan.

— Tía Umi, ¿Minki ya te dijo lo de las estilistas que van a venir también?

— Sí, ya me lo dijo, dice que son amigas de su novio.

— Sí, me parece que una se llama Jin Ah.

— Algo así. En cuanto Minki llegue de la escuela le preguntaremos sobre la música de la boda. Voy a confirmar que los proveedores no tengan problemas.

— Descuida, querida, me encargaré de eso. Mejor asegúrate de que el ramo esté perfectamente. Tía Shoma, tía Umi, por favor den un chequeo a los adornos y demás preparativos.

— Lo haremos.

— Haesoo, So, ¿de verdad hay que hacer todo esto?

— ¿A qué te refieres, tía Shoma?

— Es una ceremonia legal y moderna, ¿por qué no optan por algo más apegado a ello?

— Tía, es la boda de nuestro hijo.

— Sí, sí, lo entiendo, pero… todo esto… ¿Velo? ¿Damas y pajes? ¿De verdad es necesario para esta ceremonia?

— No. —Confesó So con tranquilidad. — No es necesario, tía Shoma, pero se trata de nuestro hijo menor, es el primero en casarse y, quién sabe, quizá será la única forma en que pueda hacerlo, así que queremos organizar todo esto para consentirlo. Es una fusión entre algo legal, tradicional y algo religioso, pero lo hacemos por nuestro Minki, no porqué sea necesario.

— Vaya, vaya. —Suspiró la tía. — Bien, en ese caso no olviden que deben encargar los *hikidemono para los invitados. Sería bueno que lo hablemos con Minki ahora que vuelva, y sería bueno que su prometido también colaborara con todo esto.

— Les aseguro que lo hace, tías, Minki se mantiene en contacto con él todo el tiempo.

— ¿Qué es lo que darán? ¿Vajillas? ¿Dulces?

— Aún no lo decidimos.

— ¿Y los novios no han dicho nada?

— Aún no.

— Pues nos quedamos sin tiempo.

— Nos aseguraremos de que todo esté perfecto, tías, tranquilas. —Ellas asintieron y se dispusieron a continuar con los preparativos restantes.

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— Bien, chicos, el ejercicio no es de otro mundo, no tienen por qué estar hablando con el compañero de al lado, es una actividad individual, así que por favor, a trabajar. —Los estudiantes volvieron a sus lugares y comenzaron con su actividad. Poco después tres toques en la puerta captaron la atención del profesor. — Adelante. —La puerta se abrió y un repartidor, seleccionado por los profesores y perteneciente a la escuela se asomó. — ¿Sí, profesor Kobayashi? ¿Qué se le ofrece?

— Traigo una entrega para Choi Minki.

Siendo el chico más serio, frío y distante, ya mucho de qué hablar había dado la nota pegada en su casillero, pero que el profesor Kobayashi, encargado de hacer de Santa Claus durante las últimas dos semanas de clases antes de las vacaciones, entrase tan animado llamando la atención de Minki había logrado que todos alzaran la vista primero al profesor y después a Minki, quien avergonzado se mantuvo inmóvil mirando su cuaderno unos segundos y, lentamente, alzó la cara para mirar al profesor quien abrió la puerta por completo y salió para empujar un carro lleno de flores.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now