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// — ... Vas a irte o algo así?

Sí. Después de terminar la preparatoria. //

// — ... te extrañé tanto.

— ¿Me extrañaste? ¿En verdad?

Sí. ¿Por qué te sorprende? Te dije que lo haría.

— Sí. Lo hiciste. //

Eso había sido lo último que había dicho ese chico rubio antes de volver a abrazar al moreno.

Inmediatamente después de ver cómo el moreno abrazaba al otro tipo que tenía un cubrebocas, él se había ido y durante el resto de ese día y las horas transcurridas del siguiente no había dejado de pensar en ello, y estaba decidido: iría a buscar a Choi Minki y le pediría una explicación.

El timbre de clases sonó justo a la hora y los estudiantes no tardaron más de un par de minutos en comenzar a salir. Los pasillos se llenaron de chicos que se reunían con amigos y hablaban llenando el lugar de un ambiente juvenil, lo que más irritaba al más joven de los Choi es que el ruido se volvía más fuerte conforme la cantidad de gente aumentaba y literalmente podría escuchar tres conversaciones a la vez, además del estrecho espacio por el que todos pretendían pasar a la vez. Esas eran siempre las razones que mantenían su mente ocupada hasta que la mayoría en su salón hubiesen salido, pero en esta ocasión eso no había pasado por su cabeza un sólo segundo, lo que lo hizo esperar hasta que en el salón no quedara nadie más que él y el profesor fue el recado que tenía que dar.
Se levantó de su silla y caminó hasta el escritorio.

— Profesor, —El hombre lo miró. — las próximas dos semanas no podré venir a clases.

— ¿Por qué no?

— Voy a estar fuera.

— ¿Asuntos familiares?

— No completamente, son asuntos propios pero sí involucran a mi familia.

— Okay, ¿ya avisaste a tu asesora?

— Sí.

— Entonces nos vemos dentro de dos semanas.

— Sí. Con permiso, profesor Tendo.

— Dale mis saludos a tus padres.

— Sí. —Salió del salón y suspiró mientras comenzaba a caminar por el ya tranquilo pasillo mirando la pantalla de su teléfono.
*Ya voy a salir.

*Vale.
No estoy lejos.
Espérame dentro de la escuela.

*No te tardes mucho.

*No lo haré.
Cinco minutos.

*Vale.

Guardó su teléfono y mordió su labio inferior, estaba nervioso y emocionado, justo como el día de su boda. Su mente viajó a ese recuerdo mientras una sonrisa aparecía en sus labios.

— "Tan pronto han pasado ya dos meses." —Suspiró sonriendo y sintió una mano sujetarlo del brazo para detener su paso y fue jalado dentro de un salón. — Takumi. —Dijo una vez que vio al dueño de la mano que lo había sujetado. — Me sorprendiste.

— Imagino que sí. ¿Con quién hablabas en tu teléfono?

— ¿Uh?

— Te vi, estabas mirando la pantalla de tu teléfono.

— Sí.

— ¿Con quién hablabas?

— "¿Y a ti qué te importa? No, no, no. No seas grosero, Minki. Guárdate lo que piensas." Con una persona.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now