XXIX

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El cielo estaba cubierto por nubes grises y el viento fresco soplaba con fuerza, el olor a lluvia inundaba por completo las calles y la gente se paseaba por estas cubriéndose con abrigos o impermeables, incluso, algunos más, llevando paraguas en sus manos.

— Minhyun. —Escuchó en un susurro. — Minhyun. —Volvió a escuchar.

— ¿Mm? —Respondió sin abrir sus ojos.

— Minhyun. Es… es que… ya casi son las ocho. —Susurró cerca del rostro del moreno. — Min-Minhyun.

— ¿Uh? —El rostro de su prometido fue lo primero que vio

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— ¿Uh? —El rostro de su prometido fue lo primero que vio. — ¿Rennie? ¿Qué pasa? —Habló suavemente sentándose un poco, al tiempo que Minki se alejaba para darle espacio.

— E-es que dijiste que saldríamos a pasear a las ocho… y falta media hora para que sean las ocho.

— ¿De verdad?

— Sí.

— De acuerdo. —Respondió con una sonrisa y un bostezó. — Bien, voy a vestirme y saldremos entonces. ¿A qué hora te levantaste?

— Hace un buen rato. Aún no eran ni las siete.

— ¡Ah! Madrugas. —Rió bajo.

— Cuando hace falta. —Sonrió también.

— Vale. —Se sentó completamente y miró los ojos del rubio.

— Que hermosos ojos brillantes. —Minki bajó la mirada sonriendo leve y discretamente, tratando de esconder de la vista del mayor esa línea curvada en sus labios.

— Te ves bien aún cuando despiertas. Debo saber cómo cuidas tan bien tu piel.

— Te revelaré mis secretos. —Se peinó el cabello hacia atrás con una mano. — Saldremos a las ocho, ¿vas a llevar algo?

— Sí. Mi teléfono y un humectante para mis labios. Es que con el frío son más propensos a… —Miró de nuevo al moreno y bajó la cabeza—. Quiero decir, no será mucho.

— Está bien, no tienes que preocuparte por decírmelo. Si tus labios son sensibles al frío prefiero saberlo desde ahora.

— Bueno… lo son… un poquito. Sí.

— Vale. Entonces te compraré un humectante que usaba mi abuela. Es muy bueno. —Se puso de pie seguido del rubio. — Voy a vestirme y nos vamos.

— Mj. —El moreno se metió al pequeño baño y el rubio se dejó caer con suavidad sobre el futon al tiempo que se llevaba una mano a la frente. — "¡Ay! Un humectante para labios." —Se repitió fingiendo mentalmente otra voz un poco tonta. — "¿En qué estaba pensando? ¡Ya! Choi Minki, tienes que calmarte y controlarte. ¡Ahg! Quisiera simplemente poder gritar, pero ¿por qué? Ni siquiera tiene sentido, es decir, estoy avergonzado, pero no es para tanto. Ya. Tranquilo. Ya está. Todo saldrá bien." —Suspiró y volvió a sentarse. — "Ya." —Tomó su teléfono y lo revisó golpeteando, nervioso, el suelo con sus uñas.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora