CXLIV

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Tres toques en la puerta hicieron que el castaño alzara un poco la cabeza de su almohada.

Había estado recostado en la cama al menos 10 minutos, abrazando una de sus almohadas mientras mantenía su mirada fija en un punto invisible en uno de los muros de la habitación, sus ojos llorosos aún estaban enrojecidos y su respiración era un poco entrecortada.

- ¿Qué quieres? -Respondió volviendo a acomodar su cabeza en la almohada.

- ¿Podemos hablar? -Ren había sentido un nudo en su garganta al decir esas palabras, hubiera esperado que el mayor saliera y le preguntara eso de frente, pero tampoco se sorprendió de que no fuera así.

- Estoy cansado. -Hubo silencio un buen rato, los ojos del rubio eran los que se llenaban de lágrimas nuevamente, pero no dijo nada más. No sabía qué decir. - ¿De qué quieres hablar? -Dijo por fin al pasar varios segundos.

- ¿Puedo pasar?

- No. "No quiero que me veas así." ¿De qué quieres hablar? -La respiración del rubio comenzó a acelerarse por el sentimiento de dolor que aquella respuesta le causaba, pero no esperaba más ni menos.

- "Sin duda es el karma. Lizzy decía que cuando haces algo volverá a ti, sea como sea o lo que sea... y ahora me está pasando." Por lo que pasó hace un rato... ¿Sabes? Cuando era niño solía estar por cualquier parte de la casa menos mi habitación, por lo que todos siempre sabían lo que hacía, pero cuando pasó eso con mis compañeros y comencé a sentirme mejor en mi espacio siempre me preguntaban qué tanto hacía, yo siempre daba la misma respuesta: nada, pero creo que ellos no me creían, había veces en que entraban a mi habitación sin siquiera tocar la puerta y, aunque nunca se los reclame, a veces me hacían sentir extraño cuando se me quedaban viendo mucho tiempo, a veces mis hermanos entraban y platicaban conmigo, pero más que eso podía sentir que su atención estaba en lo que yo estaba haciendo, si estaba en la computadora o el celular ellos querían saber por fuerza lo que hacía, si leía querían saber todo también, y eso continuó hasta el punto en que me molestaba y me preocupaba que mientras no estuviera ellos verían mis cosas; no es como si tuviese algo que esconder, pero me molesta que no respeten mis cosas. Antes no ponía contraseñas, pero con todas esas preocupaciones comencé a usarlas y... cuando estabas viendo mi teléfono... bueno... me molestó. -Esperó en silencio unos segundos. - ¿Minhyun? ¿Estás escuchando?

- Sí. Te estoy escuchando. -Él se había levantado de la cama unos segundos después de que Ren comenzara a hablar, se había limpiado los ojos y había acomodado sus cosas de manera que pareciera que todo estaba bien.

- Emm... yo sólo... lo siento. No quería discutir contigo. -Hubo silencio nuevamente. - "Esto es humillante." Tampoco me gusta hablar con una puerta, ¿sabes? Pero entiendo que no quieras abrir, así que... me voy. Descansa. -Se dio la vuelta dispuesto a irse, pero antes de que diera el primer paso Minhyun abrió la puerta y volviendo a sujetarlo del brazo lo atrajo envolviéndolo entre los suyos.

- Ya, ya. -Comenzó a susurrar acariciando los cabellos rubios de su esposo. - Te perdono, pero no vuelvas a hacerlo.

- No tomes mis cosas así.

- No, eso no voy a dejar de hacerlo.

- ¿Por qué? -Se separó un poco para ver los ojos de su marido.

- ¡Porque el idiota de JR puede haberte enviado quien sabe cuántas cosas más!

- ¿Qué estás pensando? ¿Que JR es así sólo conmigo o por mí?

- ¿Qué más puedo pensar?

- Tal vez que se equivocó de número.

- Claro, -Dijo sin convencerse. - se equivocó de número. -Miró a un lado.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora