CXCIII

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Unas horas después Minhyun abrió sus ojos encontrándose aún en el suelo, cubierto por esa manta y con su esposo a un lado. Ren estaba sentado en sus piernas, al típico estilo oriental, mirando al mayor, secando las lágrimas que resbalaban de sus ojos aún estando cerrados y cuando lo vio abrir sus ojos se apresuró a centrar el 100% de su atención en lo que fuera a necesitar.

— Hola. —Le llamó con tono suave al darse cuenta de que su marido aún estaba perdido en la lejanía.

— Kimi... —Fue lo que dijo el mayor.

— Ya la llevaron abajo; tu madre vino a avisar, pero estabas durmiendo.

— ¿Cuánto tiempo pasó?

— Poco más de cinco horas. Ya casi son las ocho.

— Kimi.

— Van a comenzar el sepelio, pero tu mamá dijo que está bien si no quieres bajar ahora...

— Kimi... —Una nueva lágrima resbaló de sus ojos y Ren se apresuró a secarla. — ella... ella... —Sintió como si la saliva se expandiera en su garganta, casi ahogándolo y comenzó a toser; inmediatamente Ren lo tomó e ignorando cómo, lo acomodó sobre sus piernas dándole palmaditas en la espalda. Al sentir la cercanía y el cariño, Minhyun dejó de toser y se abrazó de la cintura de su esposo comenzando a llorar.

— Mi... Kimi... se fue. Ella se fue. —Era todo lo que repetía mientras el menor lo abrazaba manteniéndolo en su regazo y pasando sus dedos por sus cabellos. Inevitablemente comenzó a llorar también después de unos minutos.

 Inevitablemente comenzó a llorar también después de unos minutos

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— "Debes amarla realmente. No sabes cuánto lamento que no pudiera ser ella con quien compartas tu vida. Y me siento... como un intruso por eso, pero..." aquí estoy, estoy por y para ti, "haré lo que pueda para hacerte feliz... aunque... nunca podré hacerlo como lo hacía ella, ¿verdad? Cuan feliz te hacía, cuando vine contigo... en ambas ocasiones corriste a verla... debí ser más comprensivo... pero de nada sirve decirte ahora que lo lamento, mucho menos con todo esto que estás sufriendo. Imagino que es por eso... es por esto que el destino no quiere que te diga una sola vez que te amo: porque yo lo dudo. Tú la amas, tus padres no lo aceptarían... y ahora ella ya no está." —Abrazó fuertemente a su marido escuchándolo sollozar. — "He tenido muchas oportunidades para decírtelo... pero... no he podido... y supongo que esta es la razón." —Pasó saliva callando su sollozo y evitó que el moreno supiera que también lloraba.

Se quedaron así un largo rato, Ren sentía que se rompía al escuchar el continuo llanto de su marido y no podía dejar de abrazarlo, quería hacerle sentir el mismo refugio que él le había dado y que seguía haciéndolo sentir, pero comenzaba a creer que no podía lograrlo.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now