CXCVI

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— Buenas tardes, venimos a buscar al Vizconde.

— Perdón, alteza, él no quiere recibirlos.

— ¿Por qué no?

— Yo no sé, alteza. —Respondió con temor la mujer. — Está enojad...

— ¡Regina! —Se escuchó desde el interior de la casa. — Déjalos pasar. —La mujer abrió por completo la puerta dándole paso a los jóvenes.

— Buenas tardes, Vizconde. —Saludó el moreno mientras a su espalda Ren se mantenía callado.

— Buenas tardes.
Regina, empaca tus cosas y vete de mi casa.

— Vizconde, yo...

— Vete. ¿Qué no entiendes, ladrona? —La mujer asintió con tristeza y se dio la vuelta.

 ¿Qué no entiendes, ladrona? —La mujer asintió con tristeza y se dio la vuelta

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— "Pero si ella no parece ser mala."

— Espera, Regina

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— Espera, Regina. —La llamó y ella se giró hacia él. — Ve al palacio, dile a Cleare que te dé una habitación y un puesto.

— Sí. Se lo agradezco mucho, alteza. —Dijo la mujer al borde de las lágrimas; Minhyun la miró y asintió dirigiéndole una sonrisa para después mirar nuevamente al hombre frente a él:

 —Dijo la mujer al borde de las lágrimas; Minhyun la miró y asintió dirigiéndole una sonrisa para después mirar nuevamente al hombre frente a él:

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— Tengo muchas maneras de decirle esto, pero lo haré de la manera más prudente que encuentre.

— Te escucho.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now