CXXXIII

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— Gracias por traerme, hyung Kim. —Dijo después de bajar del auto.

— Cuando quieras, Minki. Yo tengo que ir a arreglar otros asuntos, vendré por ti a las seis.

— Vale, gracias, hyung Kim. Nos vemos. &Entró al edificio poco después de ver el auto alejarse.

— Hola, Rennie.

— ¿Uh? ¡Ah! Hola, Daniel.

— ¿Minhyun no vino contigo?

— Fue a resolver algo en Inglaterra.

— ¡Ah! Ya veo, entonces ¿te quedaste o te dejó?

— Yo no entiendo mucho sobre su labor y cómo influyo, así que creo que estoy bien aquí, además tengo trabajo.

— Okay. Oye, tengo estas nuevas letras y quería que Minhyun fuera el primero en verlas, pero en un rato va a pasar el jefe de sonido a verme, ¿las puedes guardar? Así cuando vuelva Minhyun se las enseñas y le dices que escoja las que le gusten, o en todo caso muéstrale a Sang Hun hyung.

— Ah, okay, vale. —Le recibió la carpeta con las hojas. — ¿Son para su comeback?

— Sí, están terminadas y listas, así que creí que sería bueno que les eche un vistazo antes de que comience oficialmente a grabar el disco.

— Okay.

— Sale. Oye y cambiando de tema, ¿cómo te has sentido viviendo aquí? ¿Te gusta?

— Es lindo, me gusta mucho la ciudad o lo que conozco de ella.

— ¿Sí? Eso es bueno. Dime ¿qué tal su vida de casados? Quiero decir, ahora que viven juntos ¿se siente mejor? Y, ¿extrañas a tus amigos de Japón?

— En realidad, en cuanto a amigos, creo que estoy mejor aquí y en cuanto a Minhyun, sí, me siento feliz.

— Daniel. —Escucharon. — ¡Ah! Ahí estás. Hola, Ren.

— Hola... Seong wu, lo siento, tu nombre me confunde con el de Sung Woon.

— Ah, no te preocupes, nada más para que lo recuerdes, Sung Woon es el decorador soltero, yo soy el fotógrafo casado. Oye, hablando de casado y viendo que acabas de llegar, ¿y Minhyun?

— Está fuera, pero no tardará en volver.

— Ah, okay. Bueno, ¿listo, Dani?

— Sí. —Miró de nuevo a Ren. — Vamos a ir a desayunar, ¿te unes?

— No, gracias, comí bien en casa.

— Vale, nos vemos, Ren.

— Cuídense. —Se despidió y se dirgió a las escaleras para ir a la pieza donde trabajaba.

Una vez ahí notó que aún no llegaban Kahi ni Nana así que simplemente comenzó su labor. Poco poco el lugar se fue llenando de gente a los que saludaba amablemente con un:

— Buenos días.

Y su trabajo oficialmente comenzó cuando llegaron madre e hija.

Las horas parecían pasar rápido, seguramente por lo ocupados que estaban.

— Rennie, ¿vienes a almorzar con nosotras?

— No, estoy bien por ahora, Nana noona, gracias.

— Bien. Te vemos en 1 hora.

— Seguro. —Amas salieron. Ren no fue el único que se quedó, pero tampoco es como si le molestase.

— ¡Hey! Ahí estás. —Escuchó detrás y volteó.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora