XCVII

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+Matamata, Nueva Zelanda. +

— Día seis

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— Día seis.
Esto ya parece una bitácora como la de las películas de fin del mundo: día seis, no hay señales de vida, la invasión acabó con todo. —Enfocó la habitación. — Las ruinas pudieron haber acabado con los últimos sobrevivientes. Alto, escuché algo...

— Rennie, ¿no viste dónde dejé mi...

— Un sobreviviente. ¡Atentos! ¡Tenemos rastros de vida e inteligencia humana! —Enfocó a su marido, que le siguió el juego al ver la sonrisa en el rostro del menor.

 ¡Atentos! ¡Tenemos rastros de vida e inteligencia humana! —Enfocó a su marido, que le siguió el juego al ver la sonrisa en el rostro del menor

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Llevó su mano a su pecho y caminó lentamente.

— Escapa, huye. —Se tiró al suelo boca abajo y Ren corrió hacia él.

— Resiste, resiste. —Dejó la cámara a los pies de su marido y puso ambas manos en la espalda del mayor. — ¿Me escuchas? Cgg. —Comenzó a hacer ese sonido entre palabras. — ¡Oh, no! ¡Ya vienen! Cgg. Cggg, cgggggg.

— ¡Blahg! —Se levantó saltando sobre Ren haciéndolo gritar. Ambos cayeron al suelo, el moreno quedó debajo de su marido y de vez en cuando gritaba por auxilio mirando a la cámara.

— ¡No! Auxi...lio. —Dejó caer su mano frente a la cámara y Minhyun le quedó encima. Unos segundos después se estiró para alcanzar la cámara y la apagó.
— Parece que llevamos una bitácora de supervivencia después de una especie de apocalípsis.

— ¿Y eso por qué?

— Hemos estado grabando en estos días, y me dí cuenta de cómo suena decir "día tres, cuatro, cinco o seis".

— Bueno, pues las buenas noticias son: eres humanitario y un buen actor, y la mala: no sobrevivirías a una invasión zombie. —Ren sonrió ofendido y divertido a la vez y le dio una palmada en el hombro.

— No sobreviví porque me brincaste encima de sorpresa.

— Bueno, no creo que el zombie te diga "ahí te voy". —Ambos rieron. Se miraron y se perdieron una vez más mirándose a los ojos, Minhyun se acercó al rostro del menor y juntó sus labios con los de su esposo, que no se retiró ni se esforzó por alejarlo. — "No sé si agradecerte por dejarme besarte o alejarme y disculparme." —Pensó mientras sus labios se movían sobre los de su esposo.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora