CLXVII

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— Minhyun. —Llamó Hoshi al cruzar la puerta de entrada, pero no recibió respuesta. — ¿Minhyun? —Nuevamente sólo hubo silencio. — ¿Sigue dormido este hombre? —Caminó por el pasillo hasta la sala, se acercó al sofá y dejó sus cosas estando ajeno por completo al joven que yacía en el suelo hasta que se giró y lo vio.

 — ¿Sigue dormido este hombre? —Caminó por el pasillo hasta la sala, se acercó al sofá y dejó sus cosas estando ajeno por completo al joven que yacía en el suelo hasta que se giró y lo vio

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— ¡En la madre! ¡Minhyun! —Corrió hacia él y se arrodilló a su lado. — ¿Qué haces ahí?

Momentos atrás, en su desesperación y entre mareos, Minhyun se había rodado del sofá importándole poco haber caído al suelo, no había hecho un esfuerzo desde entonces por levantarse; sólo había continuado rodando en el suelo y aún en ese momento no quería moverse de ese lugar.

— Minhyun, háblame, dime algo. "Es la última vez que te dejo en este estado."

— Déjame en mi miseria, Hoshi. —Fue todo lo que dijo con tono apagado.

— Que miseria ni qué nada, ven acá. —Lo sujetó de los brazos y trató de sentarlo, pero Minhyun no puso nada de su parte por mantenerse así y su cuerpo se balanceó hacia adelante y atrás hasta que sus manos resbalaron de las de su amigo y volvió a caer al suelo. — Perdón, perdón. ¿Te lastimaste?

— Sí... yo solo.

— Perdón. No fue mi intención, es que no me ayudas. Siéntate, hombre.

— No. Me quedaré aquí.

— ¿Por qué querrías eso? Odias que tu ropa se ensucie así

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— ¿Por qué querrías eso? Odias que tu ropa se ensucie así.

— No me importa.

— Minhyun... —Suspiró pensando. Cuando algo se le ocurrió puso cara de susto y gritó: — ¡Hay sal debajo de ti!

— Me da igual. Me quedaré aquí... déjame sufrir...

— Que bueno que no hay nada de verdad, ya estarías lleno de salpullido.

— No se compara. Cualquier cosa sería mejor.

— ¿De qué estás hablando, Minhyun? Anda, levántate. —Volvió a tomarlo por los brazos y lo jaló alzándolo una vez más. — Necesito un poquitín de ayuda, Minhyun, quédate así.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now