V

260 20 1
                                    

— Niños. —Los cuatro miraron a sus espaldas donde sus padres caminaban tranquilos hacia ellos.

— ¿Sí? ¿Qué sucede? —Desviaron por completo su atención de la televisión para dársela a sus padres.

— ¿Recuerdan que les dijimos que los Hwang vendrán a cenar?

— Sí, mañana llegarán.

— Debemos decirles algo al respecto.

— ¿Ya no vendrán? No es posible.

— No, Soo, no es eso. Los Hwang tienen un asunto que hablar con nosotros y adelantaron su llegada.

— ¿Qué? ¿Para cuándo? —Los dos adultos se sentaron en el mismo sofá que sus hijos.

— Llegarán al aeropuerto en unas... dos horas. Ishi irá a recogerlos y se quedarán aquí con nosotros.

— ¿En serio? ¿Podremos conocerlos?

— No, no creo que se pueda hoy.

— ¡Ah! Pero mamá...

— Sin peros, Hannie. Llegarán tarde y ustedes tienen escuela mañana.

— Entonces ¿cuándo podremos conocerlos?

— Uhm, quizá mañana, a la hora de desayunar.

— Bien, nos será un placer.

— Claro que sí, Minki-chan. Los socios de nuestros padres siempre son bienvenidos en casa.

— Lo sé.

— Bien, entonces, vayan a prepararse para dormir.

— Pero, mamá, aún son las 8.

— ¿Y qué? Ya casi dan las nueve, además se tardarán una hora en eso.

— Sí, buenas noches, mamá, papá. —Dijo primero el rubio poniéndose de pie.

— Descansa, Minki. —Dijo su padre al tiempo que el chico les daba un abrazo para después comenzar a subir las escaleras seguido, desganadamente, por sus hermanos.

— ¿Por qué creen que los Hwang vayan a llegar antes?

— No lo sé, quizá asuntos laborales.

— Quizá es por esa cosa de ser duques en Inglaterra.

— ¿No es curioso que una familia coreana tenga un título tan alto en Inglaterra?

— No lo creo. —Las miradas se dirigieron al rubio. — Los títulos se otorgan a las personas cuyos actos y/o méritos merecen ser reconocidos y recompensados grandemente, sin importar su nacionalidad o posición, de esta manera un mendigo que hubiese podido salvar… digamos… al príncipe o a la princesa puede ser nombrado caballero, o incluso con un título más alto.

— Y el mago lo hizo de nuevo. —Rió su hermano y los tres le siguieron. Cada uno se dio las buenas noches y entraron a sus habitaciones dispuestos a hacer lo que sus padres dijeron para después irse a la cama.











Las horas habían pasado y a punto de dar las once finalmente el avión había aterrizado. Los tres miembros de la familia Hwang bajaron y, al salir al pasillo del aeropuerto, de inmediato divisaron a un hombre sosteniendo un letrero con su apellido. Fueron recibidos con cortesía y amabilidad, y llevados perfectamente bien hasta la gran mansión Choi.

[Coreano]
— Bienvenidos. —Recibieron los dueños de la casa en cuanto los Hwang entraron seguidos por los empleados que cargaban las maletas.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now