CXXXI

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— Es nuestro turno, ¿estás listo? —El menor no respondió. — Oye, será una prueba de saliva, ¿sí? Todo va a estar bien. Entraremos, llenaremos los formularios, te tomarán una prueba de saliva y después te llevaré a comer un helado, ¿sí?

— ¿Estás seguro de que este doctor es de confianza?

— Sí. Trabajaba como toxicólogo para mis padres cuando yo vivía con ellos.

— ¿Y eso para qué?

— Para verificar que la comida no tuviera sustancias tóxicas. Mis padres también corren ciertos riesgos por su título. —Ren asintió.

— ¿Nos vamos a tardar mucho?

— No creo, mi vida.
Antes de que entremos, dime, ¿has tomado algo en la última semana?

— No.

— Okay. Todo saldrá bien, ¿sí? —Ren asintió.

— Siguiente. —Escucharon desde el interior del consultorio.

— ¿Listo?

— ¿Listo?

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— Okay. Ya estoy listo.

— Bien, vamos. —Lo tomó gentilmente de la mano y tras cruzar y cerrar la puerta de la pieza ambos se quitaron los lentes y el cubre bocas.
— Buenos días, doctor Lee. —Tomaron asiento frente al escritorio del doctor.

— Hwang Minhyun, que sorpresa verte, la última vez que te ví tenías 18.

— Sí, lo recuerdo. Él es mi esposo...

— Hwang Minki, mucho gusto.

— Hola. ¿Saben que son la pareja más famosa de toda Asia? No hay rincón donde no los conozcan.
¿Qué puedo hacer por ustedes? Ya no estoy en él área de toxicología alimentaria, eh.

— Lo sé. De hecho, venimos para que le haga una prueba de toxicología a mi esposo. —El doctor miró sorprendido al rubio. — Queremos probar que no consume ninguna sustancia nociva.

— ¡Ahh! Ya me había asustado.
Por supuesto, ¿qué tipo de análisis?

— De saliva.

— Bien. Necesito que firmen estos formularios y te haré unas preguntas para llenar esto, Minki.

— Sí, doctor. —Minhyun se encargó de llenar los formularios donde se le pedía el consentimiento para realizar la prueba mientras Ren respondía las preguntas del doctor. Después le tomó la muestra de saliva e introdujo los datos.

— Okay, ya está. Por tratarse de ustedes, les tendré los resultados mañana, pueden pasar a recogerlos a partir de las nueve de la mañana.

— Gracias, doctor Lee. Nos vemos.

— Permiso.

— Vayan con cuidado, muchachos. —Ambos salieron volviendo a cubrirse la cara para subir al auto.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now