CXI

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Recorrer las calles de la ciudad en un auto convertible de madrugada no era exactamente la idea que tenían sobre su llegada a Lyon, pero no se quejaron.

Después de la dramática despedida que tuvieron en Japón habían viajado sin decir una sola palabra, Ren había visto por la ventanilla todo el tiempo hasta que el avión se metió entre las nubes y la ciudad de Osaka se perdió de la vista del joven. Durante al menos una hora se había mantenido mirando por el cristal hasta que finalmente se giró a ver a su esposo y le preguntó por su destino. El hielo se rompió con eso y mantuvieron una conversación cálida y agradable hasta que se decidieron dormir un rato.

Al salir del aeropuerto dos guardias los habían escoltado a una salida alterna para evitar a los medios y de ahí los llevaron hasta el estacionamiento donde Minhyun había dejado su auto tres días antes. Subieron al vehículo y el rubio comenzó a conducir, al principio Ren sólo miraba al frente manteniendo su rostro inexpresivo, hasta que se alejaron del aeropuerto y se adentraron más y más en la ciudad.

— ¡Mira eso! —Se levantó con cuidado.

— ¿Qué te parece Lyon de noche?

— Es lindo. Hay tantas luces, ¿a dónde vamos ahora?

— Al departamento. Hyung está esperando. Ven, siéntate. —El moreno obedeció y volvió a sentarse. No dejó de hacer comentarios durante su recorrido incluso cuando llegaron al gran edificio donde se alojarían el resto del mes.

— Mira este lugar, es gigantesco. —Comentó estando fuera del edificio. — Es tan bonito y elegante. —Dijo cuando estuvieron dentro.

(Francés)
— Bienvenido, señor Hwang.

(Japonés)
— Ah, señor, que bien. —El rubio rió ante el comentario de su esposo.

(Francés)
— Señor Lefú, ¿puede alguien subir a mi departamento las maletas que están en el asiento trasero de mi auto?

— Por supuesto, señor Hwang, en seguida las llevarán.

— Gracias. —Se dirigió a su esposo que veía impresionado la pecera de la recepción.
(Japonés)
— Ven, vamos a subir. —Lo guió hasta el elevador. Éste era de cristal con suelo de acero y elegantes luces blancas en su interior.

— ¿Puedo presionar el botón?

— Claro, es el décimo piso.

— ¿Tan alto? Woah. —Presionó el botón y se asomó por los cristales para ver la ciudad mientras subían. Minhyun lo guió hasta la habitación y entraron. — Es bonito. ¿Esto es un hotel o un edificio departamental?

— Ambos. En un momento te traerán algunas maletas. Ven, ¿quieres ver la habitación?

— Sí. —El rubio tomó su mano y lo llevó hasta la pieza. Tan elegante como el resto del departamento, pero con un aire más juvenil dio la bienvenida al joven moreno la modesta habitación.

— ¿Qué te parece?

— Es muy bonita. —Corrió a la ventana y se asomó. — Puedo ver la ciudad desde aquí. ¿Iremos a la torre Eiffel?

— ¿La torre? No, Rennie, la torre está en París, estamos en Lyon.

— Oh, que confusión. Si te lo confieso, de ciudades francesas yo sólo conocía París. Literalmente. No sabía que existieran otras ciudades en Francia. No soy muy bueno en geografía y siempre escuché hablar sólo de París, incluso mis padres sólo hablaban de eso, cuando iban a sus desfiles y eventos siempre era en París, así que sólo era París.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now