CLXV

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Al norte de la ciudad de Dumfries en Escocia, en uno de los pisos más altos de un elegante y lujoso edificio se habían reunido seis personas: Henry Mansom, cuatro crimínales que trabajaban para él y, por supuesto: el Vizconde Neeson.

— ¿No fui lo suficientemente claro! —Gruñó azotando sus puños sobre la mesa frente a él.

— Vizconde, me aseguré de enviar al mejor asesino...

— ¡Sí! Y ahora Jonhson está en prisión.

— No contábamos con el hecho de que el pequeño aprendiz de Dimitri Ringeck hubiera continuado sus lecciones de esgrima...

— ¡No es una excusa, Mansom! Si ese niño no desaparece arruinará por completo el plan.

— Señor... —Habló uno de los cuatro crimínales.

— Vizconde. —Repuso él con orgullo. — ¿Qué quieres?

— ¿Por qué no intenta convencer a los padres de Minhyun? Ellos deben saber que Beatriz es una excelente mujer y...

— Los estúpidos creen que con evadir un matrimonio con otro miembro de la corte evitarán que la corona se les escape por parecer pretenciosos.

— Creí que era por orgullo familiar o algo así.

— No seas imbécil, Evans, eso no tiene nada que ver. ¿Cómo fue posible que Hwang Minhyun terminara por ser el futuro príncipe de Inglaterra?
Habría sido más fácil que el Marqués desposara a la Vizcondesa.

— Es cierto, jefe, ¿cómo es posible que sea Hwang Minhyun? Es un Hwang.

— El duque Adam sólo sentenció a unas generaciones, el hijo de los Hwang se salvó.

— Alto, usted nos había dicho que ningún Hwang podía portar la corona.

— Pues de un momento a otro las leyes cambiaron y ahora resulta que sólo fueron las generaciones pasadas o eso dice Dong Min. Se siente muy superior por haber sido reconocido como héroe de Inglaterra, pero está en un error si cree que yo pienso quedarme con los brazos cruzados y estar a disposición de su hijo y ese niño: Minki. Tengo que encontrar la manera de deshacerme de ese pequeño para siempre.

— Por favor, jefe, denos otra oportunidad.

— El mes aún no termina, denos estas últimas dos semanas, le prometemos que le traeremos resultados.

— No quiero cualquier resultado, William.

— Sí, jefe... lo entendemos.

— Entonces partan ya. Tienen dos semanas, hagan lo que sea necesario.

— Sí. —Los cinco invitados se pusieron de pie.

— Mansom, quédate. —Él asintió hacia los otros cuatro que sin más se retiraron. — Las probabilidades de que Minhyun pueda atrapar a esos cuatro son 90 de 100, si pudo hacerlo con Jonhson es lógico que podrá con ellos.

— Me aseguraré de que no fallen.

— No. No quiero que hagas eso ahora.

— Estoy a sus órdenes, Vizconde.

— Sí, debes estarlo, después de todo fui yo quien te salvó de la muerte.

— Y desde entonces trabajo para usted, así que dígame, ¿qué quiere que haga?

— No estoy dispuesto a quedarme esperando hasta enterarme en una nueva reunión de la corte que el ágil Hwang Minhyun logró captura a cuatro criminales ingleses que además atentaron contra su vida y la de Minki, ¿entiendes?

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora