XIX

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Las horas parecían hacerse cortas mientras los dos paseaban por la cuidad de Osaka con una sonrisa en los labios.

— ¡Mira! —Repetía Minki cada vez que algo lo maravillaba, después le sonreía a Minhyun y hacía comentarios tipo — Es lindo. Que tierno. —Pero cuando Minhyun se ofrecía a comprarlo, Minki simplemente le pedía que no lo hiciera. — ¡Mira eso! —Repitió mientras miraba unos juguetes en la entrada de un pequeño local casi frente a ellos.

— Ven. —Le extendió su mano y Minki lo pensó un momento antes de darle la suya. Ambos caminaron hacia el interior del local. — ¿Cuál te gusta?

— Todos me gustan. —Volvió su mirada seria y la dirigió a Minhyun. — Que tontería, ¿no?

— No. ¿Por qué crees eso?

— Ya soy grande, no debería sentirme fascinado por unos juguetitos. —Volvió su mirada a los juguetes.

— A mí también me gustan. —Le susurró con una sonrisa de complicidad consiguiendo la mirada del rubio. — ¿Qué tiene de malo? Tienes 18 años, sí, ¿y qué? Yo tengo 23 y aún los colecciono, no hay una ley que prohíba que te gusten los juguetes.

— No quiero que piensen que soy inmaduro.

— Ren, no tiene que importarte eso.

— No quiero que tú pienses que lo soy.

— ¿Yo? —Minki asintió.

— Vamos a casarnos y… no creo que quieras por esposo a un chico de 18 años que todavía gusta de comprar juguetitos, ponerles nombres y fingir voces a cada uno.

— Okay, Ren, escúchame: —Le tomó ambas manos para guiarlo a volverle la vista— a mí no me importa incluso si todavía le tienes miedo a la oscuridad; quiero conocerte, conocer tus gustos y costumbres, tus rutinas y tus metas

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— Okay, Ren, escúchame: —Le tomó ambas manos para guiarlo a volverle la vista— a mí no me importa incluso si todavía le tienes miedo a la oscuridad; quiero conocerte, conocer tus gustos y costumbres, tus rutinas y tus metas. Rennie, a mí no me molesta en nada si te gustan los juguetes, o lo que sea… me gustaría que me lo dijeras y que aceptaras que te hacen feliz.

— ¿No te molesta de verdad?

— Para nada. —El rubio sonrió. — Venga, déjame comprarte uno, al menos. ¿Cuál quieres? —Ren mantuvo su sonrisa y miró a los juguetes de nuevo.

— Este. —Dijo sin pensarlo dos veces cuando vio un Totoro del tamaño de su brazo probablemente relleno de algodón.

— Vale. —Minhyun llamó a la encargada y después de pagarlo ambos continuaron su recorrido, comprando uno que otro juguete o bocadillo. — Escuché que son buenos, ¿te gustan? —Dijo el moreno recibiendo unos panecillos después de pagarlos.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora