XLIX

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— 🎶Mmm. You know that I love you boy. Mm.🎶

Minki producía ese sonido de sus labios cada vez que escuchaba una canción que le gustaba y tenía sus audífonos puestos, cantando parcialmente la letra, en ocasiones goleando con suavidad su palma sobre su mochila para seguir el ritmo de la canción. A su mayordomo, encargado de hacer de chofer en ese tiempo, no le molestaba, ni incomodaba; de hecho, le parecía una acción divertida de parte del rubio, por lo que no tenía problema en escucharlo hacer eso todo el camino, a veces, incluso, jugaban a adivinar qué canción estaba escuchando.

— Minki-sama, sus tías dijeron que más tarde lo llevarán de compras, para que tenga un montón de ropa bonita cuando viaje con el joven Hwang.

— Gracias, Koichi-sama, pero… trataré de explicarles que no iremos de viaje, o al menos yo no lo creo.

— ¿Por qué lo cree?

— Porque no hemos comentado nada así. No sé de dónde sacaron, mis tías, esa idea.

— Quizá creyeron que sería lo más lógico.

— Sí. Quizas.

— No se desilusione, Minki-sama, seguro que pronto podrá viajar.

— ¿Mm? Mj. —Fueron sus respuestas. — Koichi-sama, adivine la canción que estoy escuchando. —Tarareó un poco, tratando de seguir el estilo de la música.

— Uhm, parece un poco difícil, Minki-sama. ¿Está escuchando una canción del joven Hwang?

— ¡Sí! Su nueva canción. Me hace sentir bien cuando la escucho.

— Me alegra saber que su prometido le hace feliz, Minki-sama y, también, me alegra verlo tan animado con él. No me cabe duda de que va a vivir un buen matrimonio.

— No tengo razones para llevarme mal con él, ¿no crees? Al final será mi esposo y, si también espero que todo funcione bien, lo mejor es establecer una buena relación con él.

— Sí, Minki-sama. Llegamos. —Anunció y después de agradecer, el rubio, se bajó del auto y se colgó la mochila al hombro. — Qué tenga un buen día.

— Gracias, Koichi-sama.

— ¿Querrá, hoy, ir a dejar alguna carta para Hwang Minhyun-sama?

— No. "Primero debo saber su dirección en Francia." Por ahora puedes venir por mí a la hora que lo hacías antes.

— Sí, Minki-sama. —El auto se alejó al tiempo que el joven caminaba por el patio de la escuela hasta el pasillo de entrada, llevando su teléfono en sus manos.

*¿Te gustaría conocer Francia?

*Sería muy lindo.
Estás en tu casa, o ¿dónde vas a quedarte?

*La empresa está rentándonos un departamento, estaremos viviendo aquí durante un tiempo.

*Ya veo.
¿Me puedes mandar tu dirección?
Quiero decir, para seguir enviándote cartas.

*Seguro.

Minhyun casi estalló de felicidad al leer esas palabras, la sensación de ser correspondido por Minki era cada vez más fuerte y, a pesar de que no quería adelantar conclusiones, algo dentro de él le decía a gritos que era cierto.

Escribió la dirección sin demora y la envió al menor esperando con una sonrisa su respuesta.

*Bien. Te escribiré una carta entonces.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now