CXIX

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— ¿Qué estás haciendo? —Se acercó al pelilia que tenía su teléfono en las manos.

— Le escribo a mis padres. —Respondió sin dejar de escribir.

— ¿No vas a llamarles hoy?

— La reina me dijo que mejor les escribiera, porque vamos a estar muy ocupados hoy y mañana, además me dio esta bonita postal para que se las envíe. —Le mostró la postal con una sonrisa en los labios.

— De acuerdo. Oye, ven. —Lo tomó de la mano haciéndolo levantarse. — Quiero que conozcas a la princesa.

— ¿Ahora?

— Mis padres están ocupados, ahora es buen momento.

— De acuerdo. —Envió el mensaje y comenzó a caminar detrás de su marido. — ¿Por qué vamos ahora que tus padres están ocupados?

— A ellos no les parece que sea bueno que sea tan cercano a Kimberly.

Al entrar a la habitación de la princesa lo primero que notó Ren fueron las máquinas y cables dentro, había varios sirvientes, pero ninguno se opuso a que ellos entraran.

(Inglés)
— Kimi, —Dijo Minhyun acercándose a la única cama donde el débil cuerpo de la mujer reposaba. — Rennie está aquí. —El menor se acercó con pasos lentos y dudosos hasta quedar detrás de su marido. — Vino a conocerte. —Los ojos de la mujer sobre la cama se dirigieron a Ren y segundos después una sonrisa se dibujó en sus pálidos labios.

— ¿Tú eres Ren? —Fue lo primero que pronunció con voz baja y él sólo asintió. — Me da mucho gusto conocerte, eres muy bonito.

— Gracias, majestad...

— No hace falta, ¿sí? No hay por qué tener tantas formalidades si eres cercano a Minhyun. Sólo llámame Kimberly.

— No podría, sería irrespetuoso de mi parte.

— Minhyun tenía razón cuando describió tu personalidad. —Tosió un poco y el rubio se acercó al buró para darle un poco de agua. — Gracias, Min. —Miró de nuevo a Ren. — Ven, acércate. —Hizo caso y caminó hasta quedar a un lado de la cama.

— Rennie, le comenté a Kimi que vienes de Japón y quedó encantada.

— Yo siempre quise visitar Japón.

— Emm, bueno, le trajimos un presente.

— ¿De verdad no vas a llamarme sólo Kimberly?

— Lo siento, pero no creo poder. —Ella le sonrió.

— Anda, inténtalo.

— Emm... Kim... Kimberly.

— ¿Ves? —Dijo sonriendo más evidentemente. — No es difícil. —El menor también sonrió y se apresuró a mirar a su marido.

— Voy por el regalo.

— No tardes mucho.

— No. —Salió corriendo con una sonrisa en los labios.

— Es lindo. —Dijo la princesa y Minhyun le sostuvo la mano mientras se sentaba a su lado.

— También tú lo eres, pero ya dime ¿hace cuánto que no sales a tomar un poco de sol? Mírate, estás casi tan pálida como un muerto.

— No te preocupes por eso, Minhyun, de todas maneras ya no me queda mucho.

— No, no, no digas eso, todavía te queda más de un año, sólo has decaído un poco.

El anillo de mi dedo anularHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin