CLXXIV

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— Oye, hip, Uee, —Comenzó. — ¿cómo conseguiste esas copias? Hip.

— ¿Uh?

— Las... hip... de los mensajes. Hip. ¿De dónde las sacaste? Hip.

— Ah... eso... bueno... yo... las obtuve del teléfono de Ren. Xiyeon me ayudó a desbloquearlo y...

— ¿Tomaste el teléfono de mi esposo? Hip.

— Fui a tu casa a buscarte y el teléfono sonó, era JR diciendo que Ren no podía irse sólo así y estar incomunicado, además, tú merecías saber la verdad.

— Vaya verdad. Hip. —Tomó la botella y se sirvió otro trago. — Uee, —Habló con voz quebrantada. — esto me hace sentir como un completo idiota. Hip.

— Entonces déjalo

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— Entonces déjalo. Olvídate de él y...

— No, hip... ¿cómo puedes pedirme que lo deje?

— ¿Por qué no? Él está...

— ¿Por qué no? Él está

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— Porque yo lo amo. Hip. Lo amo más que a mi vida, hip, más de lo que pude haber amado a alguien, no puedo perderlo... hip.

— ¿Aunque él no sea feliz contigo ni te sea fiel? —Tomó las manos del castaño

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— ¿Aunque él no sea feliz contigo ni te sea fiel? —Tomó las manos del castaño. — Yo jamás te haría eso, jamás. —Acercó de nuevo su rostro al de él y cerró sus ojos...

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora