XXXIX

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— ¿Y qué si se lo dije? En partes es verdad

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— ¿Y qué si se lo dije? En partes es verdad. Desde que éramos niños siempre he sido más maduro. A mis cinco años, yo, ya era responsable de mis acciones y deberes, siempre he comprendido al cien por ciento los problemas y razones de todos y no se los reclamo, yo nunca les he dado problemas, y no quiero hacerlo. Aunque realmente me siento mal. Papá volvió a gritarme, y si lo hace, debe ser porqué yo estoy equivocado y debo disculparme. Sí. No hay mejor razón. Mamá y papá siempre están en lo correcto...

El timbre se escuchó por toda la casa, pues esta se encontraba en silencio. La ama de llaves cruzó la casa hasta la puerta y abrió.

Poco después llegó junto al rubio, quien, al ver al invitado, se puso de pie y se acomodó su ropa.

— Los señores Choi no se encuentran de momento, pero no deben tardar ya.

— De acuerdo. Gracias.

— Minki-sama, Hwang Minhyun-sama está aquí.

— Gracias, Akane. —Respondió el rubio mirando al más alto.

— ¿Le ofrezco algo? —Volvió a hablar la dama mirando a Minhyun.

—- Una taza de té verde estará bien, gracias. —La mujer hizo una venia y se retiró.

— Ven —Invitó Minki—, siéntate. —Minhyun sonrió y se sentó junto al menor. — Aún es un poco temprano. Casi acaban de dar las ocho.

— Lo sé, ¿recuerdas a mi manager?

— Sí.

— Bueno, te manda saludos, por cierto; él me vino a dejar, tenía unas cosas que hacer y se tuvo que ir desde temprano, entonces me trajo para asegurarse de que llegue bien.

— Mj. Ya veo.

— Y ¿no tuviste clases?

— Mis padres dijeron que no iré, sería sólo ir, poner un pie dentro y salir.

— Ya veo. ¿Estás aquí solo? —Miró alrededor.

— Sí. Mis hermanos fueron a la universidad y mis padres pasarán a la empresa, dicen que esperan llegar antes que el licenciado.

— Luces triste, ¿te pasa algo?

— ¿Se me nota mucho?

— Pues... si ignoramos tu semblante triste, tus ojitos llorosos y la expresión dolida de tu carita... no se notará mucho.

— Ah. —Suspiró frotándose los ojos. — Mi papá volvió a regañarme. —Soltó sintiendo sus ojos arder por el llanto contenido.

— ¿Qué? ¿Por qué? Ya son más de tres veces.

— Pero no seguidas. —Guardaron silencio un momento. — No importa, ya descubrí que él tiene razón.

— Puede ser, pero... ¿por qué te regañó esta vez?

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now