CLXXVII

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El timbre sonó un par de veces antes de que esos tres hombres se miraran y asintieran. El que estaba al centro pateó con fuerza la puerta y esta se abrió dándoles paso al departamento; este se encontraba totalmente a oscuras y lo más sorprendente es que nadie salió aún cuando el sonido del golpe había sido demasiado fuerte. Los tres entraron y comenzaron a recorrer el lugar apuntando con sus armas, pero no había nadie.

— Lee, no hay nadie aquí. —Anunció por un radio. — Ya revisamos el lugar por completo.

— Tiene que haber alguien. No han salido de la ciudad.

— Te digo que no hay nadie.

— Evans, hay un auto deteniéndose justo frente a este edificio. Está bajando un hombre.

— ¿Y?

— Acaba de entrar a este edificio, creo que está subiendo las escaleras.

— William, ve a vigilar, avísanos si viene para acá. —Habló al tercero, que estaba parado junto a la puerta. Él asintió y salió para ocultarse detrás del muro de las escaleras y se asomó un poco.

Los otros dos continuaron buscando por la casa hasta que escucharon al que estaba afuera entrar de nuevo y advertirles:

— Viene para acá.

— Escóndanse todos. —Ordenó y todos se cubrieron.

Sang Hun observó la puerta abierta, evidentemente a la fuerza y se apresuró a entrar.

— ¿Minhyun? —Cruzó el pasillo hasta la sala y antes de que encendiera la luz escuchó el sonido de la pistola cargándose.

— No enciendas la luz. —Le dijo con voz rasposa.

— Sereno moreno. —Fue todo lo que dijo Sang Hun.

— Los Hwang que viven aquí, ¿dónde están?

— No lo sé.

— ¿Estás seguro?

— Se los aseguro, yo no sé dónde están.

— Vámonos, muchachos. Tú, no te muevas de aquí hasta que no escuches ningún sonido o te vuelo la cabeza.

— Tranquilo, no me moveré de aquí. —Los otros dos salieron primero y bajaron las escaleras.

— Cuando veas a ese par diles que alguien vino a buscarlos y pagaran por lo que hicieron con Johnson.

— Sí, tranquilo, tranquilo. —El otro sonrió y comenzó a alejarse hasta salir. Finalmente cuando Sang Hun los escuchó comenzar a bajar las escaleras salió del departamento y se asomó un poco a las escaleras. — "Tres hombres, pero no hablaron en coreano... ¿serán ingleses o americanos?" Sacó su teléfono y se apresuró a llamar a la policía dando la dirección del edificio como referencia para ubicar a ese trío de criminales. — "¿Por qué vendrían a buscar a Minhyun y a Minki?"





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Una sirvienta recibió a aquel hombre alto, quien le entregó su saco y ni siquiera se dignó a mirarla.

— Bienvenido, Vizconde. —Saludó un segundo sirviente a quien el noble tampoco miró antes de decir con un tono altamente superior:

— Vengo a ver a Dong Min.

— El duque está en su despacho, por favor sígame. —Comenzó a caminar y el Vizconde lo siguió hasta las puertas de la pieza del duque. — Duque, —Habló después de tocar un par de veces y asomarse dentro de la pieza. — el Vizconde Neeson está aquí, quiere verlo.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now