CL

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La mañana llegó con una fuerte ventisca y una tormenta acompañada de granizo. Nuevamente el cielo estaba gris y ni un rayo de sol se filtraba entre las nubes. Por las calles la gente corría de un lado a otro o caminaba bajo algún paraguas, los autos avanzaban a veces un poco lento encontrando de vez en cuando un camino menos atascado, las cafeterías, restaurantes y demás estaban casi vacíos o totalmente llenos.

El auto de Minhyun se detuvo frente a un edificio y el joven salió. Entró al lugar y se dirigió a una de las oficinas, tocó un par de veces y tras escuchar la voz concediéndole entrar abrió la puerta.

— Duque Hwang, buenos días.

— Buenos días, oficial Kang.

— ¿En qué puedo ayudarle?

— Quiero hablar con el criminal que irrumpió en mi casa ayer.

— Sí, duque, por favor venga conmigo. —Caminó seguida del chico. — Espere un momento, llevaré al hombre hasta el interrogatorio, si algo sucede podremos saberlo de inm...

— No, gracias, oficial. No pienso quedarme mucho tiempo.

— ¿Quiere pasar a verlo a su celda entonces?

— Por favor.

— Venga por aquí. —Volvió a caminar y él la siguió hasta el lugar donde estaban las celdas, se detuvo frente a una. — Aquí está. —Minhyun miró al hombre

— Su nombre. —Se dirigió a la oficial sin dejar de mirar al criminal.

— David Jonhson. —Respondió ella mirando seria al duque.

— Déjenos solos, oficial Kang.

— Duque, él ha sido catalogado como uno de los criminales más peligrosos de...

— Oficial Kang, por favor.

— Sí, duque. —Hizo una reverencia al castaño y se retiró. Fue hasta ese momento que el hombre sentado en la cama de la celda se puso de pie.

(Inglés)
— Duque Hwang Minhyun, el único hijo de una de las familias más poderosas de Inglaterra y Corea, como cambian las cosas, tan tranquilo que te ves ahora.

— ¿Quién te envió?

— ¿Quién te hubiera visto ayer, pequeño Hwang? Casi diría que eres tan peligroso como yo o tan bueno como tu maestro.

— ¿Quién te hubiera visto ayer, pequeño Hwang? Casi diría que eres tan peligroso como yo o tan bueno como tu maestro

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— ¿Lo recuerdas? —Continuó el hombre con un tono burlón. — ¿Cómo era que se llamaba? Dim... Dam...

— Dimitri Ringeck.

— Ah, sí. Ya lo recuerdo. No fue nada fácil que se fuera, pero por lo visto te enseñó muy bien, a menos que haya sido que despertó el instinto que guarda tu sangre, ese que ha pasado de generación en generación desde tus más viejos y olvidados antepasados, ¿qué pasaría si todo eso se sabe? Imagina qué diría tu espos... —Minhyun lo tomó del cuello de la camisa y lo pegó contra los barrotes de la celda.

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now