XCI

144 16 4
                                    

— ¿No eres Hwang Minhyun? El cantante.

— Sí, ¿quién eres tú?

— Takumi Osamu.

— Ahh, y ¿necesitas algo? —Ren lo miró.

— Sí. Minki. —Ren apretó sus labios. — Dejaste esto. —Ren, por cortesía, recibió la hoja que el castaño le extendió. — Nos vemos el lunes. —Pasó al lado de ambos.

— Takumi Osamu, ¿es tu compañero?

— Del salón no. —Desdobló la hoja y al ver las palabras "hablaremos en lunes" la volvió a doblar y la tiró a la basura. Minhyun se extrañó por el acto.

— ¿Entonces? ¿Cómo supo que dejaste eso?

— Yo no lo dejé. —Minhyun se quedó más extrañado, pero prefirió no decir más. — Voy a cambiarme los zapatos.

— Vi un casillero que tenía un... —Ren se detuvo en seco frente a su casillero al ver una hoja pegada. Seguramente cosa de alguno de sus compañeros.

¨100 sellos y aceptas a tu enamorado. Llevamos 75.¨

Decía la hoja, Ren cerró los ojos y la arrancó haciéndola bolita antes de abrir la puertita de metal y sacar sus zapatos.

— ¿Es tu casillero?

— Sí, pero son cosas de los demás, yo no pienso darles el gusto de que crean que me afecta.

— Eres muy inteligente. —Se acercó más al menor. — ¿Alguien más sabe de esas notas que me dijiste?

— De las notas no.

— Entonces ¿cómo supieron de eso?

— Porque empezó a dejar cosas más evidentes. Ya me mandaron a llamar como 30 veces a la sala de profesores para hablar sobre eso.

— Ah. Y ¿al menos ya supiste quién es? —Ren guardó silencio cerrando su casillero y Minhyun entendió que quizá no.

— Bueno, no importa ahora, no quiero que vayas con esa presión, ¿sí?

— Vale. —El rubio lo abrazó y luego lo miró sonriendo.

— Ven, vamos a tu casa para que te cambies, te despidas de tus padres y pasemos por tus maletas, ¿sí?

— Sí, vamos. —Minhyun le tomó la mano y salieron. Una vez más subieron a la moto y el camino fue silencioso hasta llegar a la casa.

Cuando entraron a la residencia los señores Choi los recibieron junto a los tres hermanos del moreno. Hablaron con Minhyun mientras Ren subió a su habitación para cambiarse el uniforme y bajar sus maletas con ayuda de los empleados.

— ¿Ya llevan todo?

— Sí, mamá. Llevamos todo.

— ¿Seguros? Serán dos semanas, ¿no olvidan nada más?

— No, mamá Choi, todo está en orden.

— Bien.

— En ese caso, —Habló esta vez el padre del moreno. — lleven el auto, mañana Koichi lo recogerá en el aeropuerto.

— Según yo, los papeles deberían tardar un poco más en estar listos.

— Tengo contactos, Jeonghan. Descuida, ya me encargué.

— Bueno, en ese caso, disfruten su viaje.

— Gracias, mamá, papá. —Hizo una venia y tomó la última maleta. — Nos vemos en dos semanas.

El anillo de mi dedo anularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora