CLXXII

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«...
 Quédate ahí. Lo hizo agacharse después de bajar unos escalones más.

 Pero... Minhyun...

 Hazme caso, Rennie. Pidió con una mirada llena de amor, una que le hacía sentir protegido. Se dio la vuelta y apenas tuvo tiempo para reaccionar antes de sentir el filo de la espada atravesando su pecho soltando un leve jadeo.

 Se dio la vuelta y apenas tuvo tiempo para reaccionar antes de sentir el filo de la espada atravesando su pecho soltando un leve jadeo

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 ¡No! Ren sintió que su corazón se paró en ese momento.

 Tú sigues, niño. Fueron las palabras de ese tercer hombre mientras se acercaba al rubio...»


Despertó casi una hora antes de que sonara su alarma debido a esa pesadilla que tuvo. Su respiración estaba agitada y sus manos temblorosas. Pasó saliva y se sentó aún en la cama, normalizó su respiración inhalando profundo y se levantó para asomarse a la cama de arriba.

— JR. —Susurró. — JR. —Repitió moviéndolo un poco.

— ¿Mm? —Había sonado bastante adormilado y apenas si volteó su rostro hacia él rubio.

— ¿Puedo usar el teléfono?

— ¿Mm?

— El teléfono de la casa, ¿puedo usarlo?

— Sí, sí. Llévatelo. —Respondió el moreno girándose al lado contrario y cubriéndose con sus cobijas hasta la cabeza.

— Gracias. —Susurró una vez más antes de salir de la habitación. No encendió la luz en ningún momento y, ya que JR dormía con esa lampara de noche encendida, los ojos del rubio tardaron unos segundos en acostumbrarse a la oscuridad, así que avanzó lento y a tientas hasta que pudo ubicar el teléfono a un lado de un sofá de la sala.

Lo tomó y la centelleante luz de la pequeña pantalla lo cegó un momento; parpadeó un par de veces y marcó el número sintiéndose asustado por tres razones: por haber marcado, porque podría no responderle, porque podría responderle, pero finalmente su sentencia fue clara cuando escuchó una voz soñolienta decir:

~ Diga.

Ren no dijo nada, sintió su corazón acelerarse más de alegría y pavor.

~ ¿Hola?

Pensó en decir algo, pero su garganta no estaba de acuerdo.

~ ¿Quién es?
~ Conteste.

Terminó la llamada queriendo gritar a todo lo que diera su voz, pero sólo se mordió el labio inferior y se rascó la nuca.

— "Está bien. Gracias, gracias." —Creyó que iba a llorar mientras se dejaba caer de rodillas en el suelo, se inclinó haciendo una reverencia completa y susurró una vez más: — Gracias. —Se levantó lentamente y se sentó en el sofá recordando su pesadilla y sintiendo nuevamente ese miedo que le había producido...

El anillo de mi dedo anularWhere stories live. Discover now